El día que nacieron todas las flores

Así reza una de las estanzas, de las famosas mañanitas. Canción de incalculable valor tradicional en México cuando nos encontramos frente a un extraño sobreviviente de la narcoviolencia y que por decisión divina (no hay otra explicación lógica) ha cumplido un año más de vida. Dicha canción aclara sin dilación que el día que tú naciste nacieron no una, ni dos, ni tres, sino todas las flores. No importa si el cumpleañero es un individuo procaz y de pésimo genio, no importa si es una mujer que para distraerse arroja electrodomésticos a su indefenso conyugue (ya me imagino que han de pensar que me estoy proyectando pero no, ni se les ocurra, no hay fiera en mi jaula) o una chica como Teresa (una especie de femme fatal región cuatro, ojalá que no me lean las fans de Teresa). Todo cumpleañero se lo cree. El día de su nacimiento cantaron los ruiseñores (¿alguno de ustedes alguna vez ha escuchado cantar un ruiseñor? Peor aún ¿saben lo que es un ruiseñor?) que son avechuchas canoras cuyas hermosas melodías han inspirados los más hermosos rimas y cuentos. Ahí tenemos al escritor Ricardó Miró (celebridad Panameña y latinoamericana) quien escribió muy en lo cierto: Envuelto entre la luz embrujadora/da al viento el ruiseñor, todas las galas/que en su garganta mágica atesora;/y la Luna se vuelve toda escalas/de seda y luz…(La luna dizque ignora/que su dulce cantor tiene dos alas…).


Muy lejos del ruiseñor me parece se encuentra Alejandra Guzmán (celebridad extraña cuyo revoltijo personal e ideológico solo se compara con la celebridad que es su madre: Silvia Pinal. Deberían de ver ustedes las películas de la Pinal cuando estaba en sus años mozos, no le pide nada a ninguna de las estrellas del cine mundial). ¿En que estaba? Creo que este artículo va a ser un tremendo paréntesis. Mis lectores me odiarán. Decía (aquí vuelvo a retomar el hilo) que La Guzmán es un extremo conceptual casi opuesto al del ruiseñor pero su más reciente sencillo Un día de suerte (faltaba más tema un teledrama visible por telerreceptores tenochcas) ha sido un dichoso encuentro entre una melodía, una letra y una intérprete. Según esto la misma Alejandra co-escribió la canción junto con José Luis Ortega. Usualmente este tipo de colaboraciones resulta  por un lado en el artista famoso escribiendo un párrafo sin sentido y por el otro con un músico eficiente (en este caso me parece incluso muy bueno) que le pone música y sentido. Pero en honor a la verdad habré de decir que ignoro cuál fue la participación de la interprete (ahora cada que escucho la palabra intérprete recuerdo a Nicole Kidman, esa es la terrible influencia del cine en mi endeble neurona). La Interprete (Pollack, 2004) (lo hubiera escrito en el paréntesis pero se me hizo de muy mal gusto escribir paréntesis anidados), en la canción.

Que llegará un ángel/me levante/y me pida que lo ame/Y de pronto un día de suerte/se me hizo conocerte/y te cruzaste en mi camino/ahora creo en el destino/tenerte, por siempre conmigo/pero más suerte es quererte tanto/y que tu sientas lo mismo.

La canción con la voz rasposa de Alejandra suena exactamente a lo que es (perfectamente producida por Armando Avila). Alguien que pide un milagro y de pronto ese milagro se cumple. Atribuye los ángeles a la suerte, pero no por negación divina. Poéticamente es palmariamente más difícil que la suerte (evento azaroso, esquivo, veleidoso) toque a tu puerta que las suplicas sinceras sean escuchadas por un Dios benevolente (este último es un método usualmente más “seguro). Así que lo que era infinitamente improbable ¡sucede! y todavía más: lo prácticamente imposible se materializa también, esa persona esperada no solo llega sino que siente también este mismo influjo enloquecedor que no podemos contener dentro de nosotros. Y entonces pensamos que ese día en que nació ese milagro (él, ella, nosotros), nacieron también (como no) todas las flores.

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