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Mostrando entradas de marzo 27, 2011

Entrada extra

Algunos lo habrán notado. Muy probablemente la mayoría lo pasó amablemente por alto. El pasado miércoles no ingresé nada en el blog. Podría escribir que fue un conjunto de circunstancias lo que me impidió hacerlo, pero en el peor de los casos pude, a lo menos, intentar usar uno de los análisis críticos que he acumulado a lo largo de los años y que he mostrado a otros lectores. Pero tampoco quise hacer eso. En parte porque significaba usar tiempo para encontrarla s y en parte porque me gusta hacer las entradas con la idea de hacerlas. Es decir, no tengo el menor empacho en ingresar algo que he escrito hace años pero siempre y cuando lo haga con la plena decisión de que es lo que debe de hacerse no simplemente porque las circunstancias no me dejan otra salida. En fin, ayer por la noche intenté escribir algo pero mi amigo Microsoft Word me jugó chueco y tuvo a bien eliminar el párrafo que me costó tanto trabajo escribir. Una de las cosas que escribía en ese parrafo, ahora perdido para si

El paso imposible (tercera parte)

Felipe no tenía ninguna aptitud para el ballet. Solo dos veces lo vi practicar. Hablaré de la primera. Era una de sus clases iniciales, aunque era delgado parecía obvio que no tenía la suficiente fuerza en las piernas mucho menos en el abdomen. La mayoría de las personas piensan que los bailarines no necesitan demasiada fuerza solo mucha gracia. Sin embargo los verdaderos artistas necesitan ambas. Es indispensable tener una gran fuerza para parecer grácil, si no se tiene, aunque se tenga todo el estilo del mundo, el prospecto a bailarín se moverá igual que un elefante. Felipe desafortunadamente no tenía fuerza y muy para su perjuicio tampoco tenía gracia. Sin embargo lo que sí tenía eran muchas ganas de aprender y sobre todo ganas de estar con Mag. Podía verse claramente como el chico se esforzaba a lo máximo de sus capacidades para no parecer del todo ridículo ante la instructora quien lo trataba con la paciencia y con el cariño propio de una maestra quien enseña a un niño un poco

Artificial

A pesar de que la mayoría de las buenas películas tienen frases trascendentes es muy difícil que guarde para mi alguna. Las escucho y entiendo en su momento pero la mayoría de las veces las entiendo simplemente como parte de la trama, las disfruto y las dejo pasar. Hace años escuche una muy interesante en I, Robot (Proyas, 2004). El personaje que interpreta Will Smith odia a los robots y cuando se encuentra frente a uno diferente a los demás resulta que lo odia aún más. En una de las filosas conversaciones que los dos enemigos tienen Smith le reclama al robot que las máquinas no pueden “convertir un lienzo en una obra maestra” y el robot responde: “¿usted puede?”. Creo que precisamente esa era mi opinión sobre el Vocaloid. El proclamar al ser humano como el único capaz de crear belleza por medio de la voz, transmitir sentimientos, dejar el alma. Un Vocaloid no puede hacer eso, pero ahí está la pregunta de robot: ¿puedo yo cantar mejor que un vocaloid? Hay dos respuestas a la pregunt

12 Monos y un regalo perfecto

Puedo contar con los dedos de una mano las personas que me han invitado al cine. No lo digo con el afán de ganar protagonismo por medio de la lástima o por medio de convertirme en un personaje patético. Las cosas se han dado así porque a muy pocas personas les gusta pasar el rato sentadas junto a un tipo que le encuentra los más extraños detalles a las películas y que casi desde el principio sabe que va a suceder. Con el tiempo he aprendido a ver las cintas en silencio absoluto, y no porque vaya solo y me vea bastante lunático hablando solo, sino porque a las personas no les gusta saber que una película que están disfrutando mucho en realidad es muy similar a otra que se hizo hace 30 años. Una de las mejores invitaciones que recibí fue a ver la película 12 Monos (Gilliam, 1995). La película me fascino y esa invitación se ha convertido en uno de los mejores regalos que he recibido en mi vida. Por supuesto mi acompañante no quedó tan convencida del asunto, pero para mí fue un recu