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Mostrando entradas de febrero 13, 2011

Los viernes y el Karate Kid universitario

No es que toda la semana esté esperando el viernes, en realidad el día que siempre espero es el sábado. Pero tengo que confesar que estoy contento de que yo haya llegado y de que el viernes haya llegado. El viernes siempre tiene una textura más laxa, pareciera que aun cuando todavía hay que trabajar se trabaja con el descanso en la mira, es más, aquí entre ustedes y yo, he de confesar que incluso hasta trabajo de buen ánimo algunos viernes. En la escuela esa idea del viernes social conquistaba todo tipo de conciencias. El concepto de viernes social quería decir que ese día era el designado para que se “integraran” los alumnos ya fuera con otros alumnos (de preferencia alumnas de manos suaves y miradas luminosas) o ya en el peor de los casos con los maestros. Cuando yo entré a la universidad se suponía que las clases eran solamente de lunes a jueves dejando el viernes libre para realizar proyectos escolares y actividades culturales, sin embargo la mía sería la primera generación (d

El síndrome del cambio

Hay un poema del maestro Mario Benedetti que se llama Síndrome. Para aquellos cuya única referencia a la palabra la encuentren en el antagonista de Los Increíbles (Bird, 2004), aclararé que la Real Academia de la Lengua Española define síndrome como el conjunto de síntomas característicos de una enfermedad. Es decir, si tienen cuerpo cortado, están congestionados y tos, estos síntomas muy probablemente corresponden al síndrome del resfriado. Después de esta breve explicación que pone de manifiesto que no pasé de noche mi clase de Medicina Laboral. He de confesar que esa clase era en la nada conveniente hora de la 1pm y recuerdo muy claramente como el suave calor llenaba el salón aún con las ventanas abiertas. El medio día iluminaba radiantemente todo lo exterior, las jardineras que rodeaban el conjunto de salones vibraban con un verde límpido. Hasta los caminos de concreto reverberaban lejanos a su gris regular con un blanco sorprendente. Como tenía que caminar desde una aula lejana

La ficción francesa

Florence Cassez es una mujer delgada de cabello largo, ondulado y algo crespo. Tiene una cara pequeña con pecas en las mejillas y unos labios que sin ser gruesos, con el lápiz labial adecuado encuentran una forma atractiva. No es muy alta, infiero que mide menos de un metro setenta, tiene ojos color lavanda y cuando inclina la cabeza hacia el lado derecho y sus párpados parecen húmedos de lágrimas creo que existen muy pocas cosas sobre la faz de la tierra que se le puedan negar. No es que sea una mujer guapa (diría mi abuela: “no es fea”) pero con la fotografía, el maquillaje y el peinado adecuado parece una chica (aunque en realidad tiene 36 años) que no rompe un plato. Sin embargo para quienes no estén enterados Florence es una presunta secuestradora. Ella dice que siguió al amor de su vida (un mexicano) al país dónde ahora se encuentra encarcelada (México), y él, con engaños, la envolvió en los crímenes que se le acusan. El mismísimo presidente de Francia parece dispuesto a mov

Historia de subtiempo y Silvia Navarro

Hace casi tres años, cuando yo también vivía un cambio importante en mi vida le pregunté a Silvia Navarro si regresaría a trabajar al Canal Once en caso de que se diera un proyecto importante para ella. Para quienes no estén familiarizados con el caso, resulta que en México hay solamente dos televisoras de señal aérea: la gran y tradicional Televisa y la relativamente nueva TV Azteca. Desde el principio que se dio esa competencia ha sido David contra Goliat con la diferencia de que este David es uno región 4 y sin el apoyo celestial. Total que después de varis años TV Azteca pudo presumir a su primera actriz estelar de Telenovelas (programas básicos en el menú televisivo mexicano) y esa actriz se llama Silvia Navarro. Esta chica ni muy guapa ni muy sexy, proveniente de un canal del gobierno: Canal Once (que es quizá uno de los mejores o el mejor canal mexicano de TV) , le dio a las telenovelas de TV Azteca un tono fresco y se convirtió muy probablemente en la primera estrella de teleno

Leve disección de un capítulo de 5 minutos

La verdad no es un capítulo de 5 minutos pero lo interesante del episodio número 6 de la segunda temporada de la serie Kimi ni Todoke (Shina, Kaburaki, 2011), es que se disfruta como tal. Al maestro Einstein se le atribuye una frase que reza a favor de la relatividad del tiempo que no es lo mismo pasar diez minutos con la novia que diez minutos con la suegra. Pasa lo mismo con este episodio de veinte y tantos minutos. Pero empecemos por el principio. El capítulo está dividido en tres segmentos. El primero de ellos es el vínculo con el capítulos anterior y es simplemente una forma de replantear lo que ya se había dicho y avanzar en forma minúscula en la trama. Se podría pensar que hacer un recordatorio es cosa muy sencilla, sin embargo el hacer un recordatorio de una forma en que no parezca tal es muy difícil, pero en el caso de esta serie se hace de manera correcta en unas cuantas viñetas sabemos cuál el problema, que les ha aquejado a los protagonistas a lo largo de la temporada.