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Mostrando entradas de enero 16, 2011

Dolores que caen

Debo confesar que hoy me duele la cabeza, me dormí relativamente temprano pero todo parece indicar que (de nuevo) estoy en el umbral de una gripe. Mañana tengo programa y estos días me he dedicado a hacer lo que en muchos otros displicente y negligentemente no hice. Con esto en mente les pido a mis nobles lectores que me tengan paciencia y no empiecen a decir luego, luego que si fumé pachulí, que si no la controlo no la consuma, o que invite para la próxima. No, nada de eso, estoy un poco más atontado de lo normal pero en mis cinco sentidos. Puedo hacer el cuatro, me pongo a disposición de cualquier alcoholímetro y extenderé mi brazo (o lo que tenga que extender) para que me hagan el antidoping. Pero uno de verdad, no como los que les hacen a los deportistas profesionales en dónde nunca sale nada y si llegase a salir solo hace falta una segunda prueba para que milagrosamente desaparezca la sustancia prohibida. En los remotos (o re-motos) casos que llegan a castigar (a unos pobres

Las pasiones desnudas

Las revistas de desnudos son consideradas como exclusivas para adultos. Quienes se oponen a este hecho argumentan que el cuerpo humano es lo más natural del mundo. Que hay grandes obras de arte de desnudos y que el morbo se encuentra dentro del observador sin importar lo que vea y como lo vea. Pocos argumentos encuentro de mi parte para refutar lo anterior. Lo que me consta es que lo común carece de emoción y lo extraordinario genera excitación. Como ejemplo de esta tremenda frase que seguramente será recordada en los grandes libros de la humanidad como el más certero silogismo bordado por mente alguna, diré lo siguiente: actualmente en muchos lugares se censura el uso de la minifalda. Lo cual se hace no por incentivar un incremento en las ventas de la industria textil, que con la popularidad de esta prenda se encuentra al borde del abismo económico al reducirse en forma dramática la cantidad de tela necesaria para estas breves prendas. En realidad se censura porque las buenas o m

Durante la cena

Era un comedor enorme, lo suficientemente grande para alimentar a un contingente olímpico con equipo de futbol Soccer, que de golpe añade a lo menos 17 barriles sin fondo que se formaran en el buffet cuántas veces sea necesario para “recuperar sus energías”, como me imagino que en las Olimpiadas no sirven cervezas para los deportistas de “alto rendimiento” seguro se tendrán que conformar con 3 tortas, su avena con fruta, dos vasos de café con leche y su plátano para el potasio, lo que conforma, como todos lo sabemos, el desayuno mínimo indispensable para desempeñar cualquier actividad digna de ser llamada tal. Sin embargo yo no estaba ahí como parte de un equipo deportivo y ese no era el desayuno. Formados para recoger lo que nos quisieran dar para cenar estábamos un par de amigos entrañables (cuyo nombre no recuerdo) y su servidor. Delante de nosotros, en la fila, estaban varias gacelas de tiernas maneras, suaves voces, y curvilíneos contornos. Gritando como guacamayas en celo, l

Las expectativas

No recuerdo con plena certeza si algo he escrito ya acerca de las expectativas. Por el momento lo primero que se me viene a la mente es una escena de Cross Game (Adachi, Sekita, 2009) en dónde Aoba (una de las protagonistas femeninas) le dice a Ko (el protagonista masculino) que “siempre termina decepcionándola”. Ko, fiel a su estilo de contestar como si estuviera hablando de otra cosa responde: “eso es porque nunca has tenido ninguna expectativa de mi”. Hay un montón de formas de ver ese dialogo. Para motivos de esta entrada me voy a inclinar por el sentido que le dan a la serie y que, como en toda ella, es difícil de entender a bote pronto. Ko, es el clásico héroe melancólico, anclado en el recuerdo. Al contrario de algunos de nosotros él funciona a base de exigencias. Por eso es la clase de pitcher “que brilla en los momentos críticos”. Mientras más se le pide, más brinda, sin embargo de acuerdo la frase en cuestión lo contrario también es cierto. Si Aoba no le exige, Ko no dará los

La celebridad

La Real Academia de la Lengua define celebridad como: fama, renombre o aplauso que tiene alguien o algo. Y a su vez la fama es la opinión que la gente tiene de la excelencia de alguien en su profesión o arte. Es decir la celebridad es la fama que tienes por hacer algo bien, o se supone que eso debería de ser. Fama, sin embargo, también se refiere a la opinión en general que puede tener la gente sobre alguien, sea esta buena o mala, de ahí que haya buena fama y mala fama. Y así una celebridad puede ser agradablemente famosa o tristemente célebre. Para alcanzar la celebridad hay que ser conocido por muchas personas. Las frases célebres son un ejemplo muy claro de los efectos de la celebridad. Muchas de ellas son dichas en momentos, circunstancias y hasta en palabras distintas a las que la gente poco a poco va recordando a fuerza del cambio voluntario. Frases como la de “Es un pequeño paso para [un] hombre pero un gran salto para la humanidad”, han sido cambiadas lo suficiente para