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Mostrando entradas de enero 23, 2011

La conmoción de lo impensable

Lo inesperado. Ese evento o circunstancia inimaginable que de pronto aparece en nuestras vidas. Decía Heráclito que hay que esperar lo inesperado para poderlo encontrar, sin embargo, es imposible esperar lo que no se espera. Puedes estar preparado para “algo”, para un suceso sin nitidez pero cuya naturaleza no se desconoce (¿se ve que sí pasé la materia de métodos de investigación en primaria?) y entonces ya no es inesperado, se espera con vaguedad, pero se espera. Lo inesperado no ha sido previsto, ni lo será. Sucede fuera de cualquier parámetro y fuera de cualquier variable identificable (esta es mi clase de matemáticas 1). Ayer terminé de preparar mi programa de radio y justo cuando lo hice un meteorito destruyó mi disco duro sin permitirme hace un segundo respaldo. Eso sería inesperado. Otro día compré un CD para darle una sorpresa a un amigo y un viajero en el tiempo apareció de pronto y me lo arrebató. Eso sería inesperado. Es inesperado que el año en que Satoshi Kon muere d

El silencio puede ser también una mentira

Estamos a la mitad de la semana y no encuentro un tema intrínsecamente interesante. Esto aunado a que por causas que me está prohibido revelar no me encuentro en el ambiente propicio para la inspiración filosófica (yahh, que sea menos) me limitan para producir una entrada tan brillante como a las que los tengo acostumbrados (ajá). Así que para salir del paso de forma galante vamos a platicar brevemente sobre Kimi ni Todoke (Shina-Kaburaki, 2011) la serie que iniciara su segunda temporada este año. La temporada pasada había terminado bastante bien, con una promesa, o quizá una promesa de una promesa. El capítulo introductorio fue diferente pues hace un resumen de la primera temporada vista desde la perspectiva de una persona externa a la pareja protagonista. Y después viene el asunto de los chocolates. Y aquí la historia se vuelve a esa misma premisa que le ha dado cuerda al 80% de las telenovelas latinoamericanas: el silencio. Por alguna razón uno de los protagonistas calla. Ya

Tu alma en un disco duro

Empezaremos esta entrada con una referencia “culta” para que no digan ustedes que nada más me la paso chacoteando y hablando de Kalimba. Quizá la novela más famosa de Stendhal es “El rojo y el negro”. Este escritor francés del siglo XIX era muy bueno, y si alguna vez encuentran esta novela no le vayan a hacer el feo, porque desaprovecharían un enorme libro. Es precisamente de esta obra de la que sale la entrada del día de hoy, el tema de la novela es la historia de Julien Sorel quien es un pobre que tiene la fortuna o el infortunio de tener cierta cultura y es dentro de su ventura o desventura que se presenta una escena en dónde el dueño de la casa donde trabaja Julien como tutor decide, sin más ni más, cambiarle el heno a los colchones, que en nuestra sociedad actual sería como cambiarle el hule espuma, y pues el buen Sorel como hombre joven que era, recuerda con alarma que tenía por ahí, escondido, un secreto ¿en dónde? ¡Pues dónde más debajo de la cama! Y ¿Qué era ese secreto? ¡Pues

La bifurcación del recuerdo

Ahora si me aventé un título de lujo. Ya hubiera querido mi maestro German Dehesa haber pensado en esté título tan rimbombante, plástico y por su fuera poco eufónico. A decir verdad, es muy probable que si lo leyera mi maestro lanzaría un par de improperios jarochos (ya sabemos que los Veracruzanos no se caracterizan por el habla tersa y propia) con los cuales me tildaría de payaso. La palabra bifurcación que nada más quiere decir que un flujo se divide en dos, la aprendí de una de las grandes inspiraciones de mi maestro: Jorge Luis Borges. Un tipo que leía todo y lo peor del asunto era que lo memorizaba también y tan bien. Así que el tipo argentino era una biblioteca con pies, que de cualquier cosa de la que hablara o escribiera lo transformaba en un tema interesantísimo. Corrijo, lo hacía interesante no porque supiera todas esas cosas sino por su vocación de escritor, su vocación de compartir. Hoy estaba pensando que los recuerdos tienen dos caras y que nosotros elegimos quedarn

Las trampas de la corte

A muchos nos gustaría ser famosos. Tener el mejor asiento en un concierto, que nos dejaran entrar a los restaurantes de moda sin hacer fila ni reservación, que las chicas más atractivas del momento nos guiñaran el ojo. Sin embargo la fama tiene sus lados oscuros que muchos fallamos en ver y en apreciar. No hablaré de que tu vida privada se reduce a la nada, todo lo que digas y todo lo que hagas es y será usado en tu contra, así que tienes que aprender a que si un día te sales de tu casa con pantuflas de Barney medio país dirá que eres un pervertido prehistórico o un imbécil genial, aunque la gente “común y corriente “ también salga en sandalias escandalosas todos los días, esto sucede porque los famosos no son personas normales, son famosos. Para mí lo más complicado de la fama es la interacción con otras personas, pues como eres popular muchas personas quieren que seas su amigo o su pareja pero no entienden o no les interesa tu personalidad real. Se acercarán a ti por una imagen,