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Mostrando entradas de marzo 20, 2011

El paso imposible (segunda parte)

El lector podría pensar que esta es la historia de amor de Felipe, que un día estuvo en lugar adecuado en el momento idóneo y se topó con la felicidad instantánea, pensar esto, sin embargo sería un tremendo error. Por un lado no existe la felicidad instantánea, llegar al máximo estado de exultación siempre conlleva un esfuerzo titánico, dicha fuerza indispensable no es necesaria en el campo de los sentimientos, dónde todo fluye libremente como el aire, sino en la más mundana arena de la sociedad y de esto que llamamos vida. Interponiéndose entre dos frenéticos amantes siempre habrá mil y un barreras y el romperlas requiere una sola cosa, que contiene dentro de ella todo lo existente y lo que está por existir, requiere amor. Por otro lado esta historia no se trata de Felipe, ni siquiera de su hermana Marina quien he de confesar es una chiquilla que me cae muy bien y eso que por política general aborrezco a los niños. Esta historia en realidad se trata de mi viaje a Cancún. Por tanto he

La primavera otra vez

Y hay que dar gracias a Dios una vez más de que la primavera ha llegado al hemisferio norte. No solo la primavera es la estación del renacimiento, que en eso ya lleva mucho mérito, sino que además trae consigo toda suerte de colores hermosos. Otro de las grandes bendiciones de la estación es la llegada lenta pero irrevocable de las faldas y los pantalones cortos que dejaran al descubierto las bruñidas piernas de las damiselas que a más de un caballero harán trastabillar por atraer las miradas y la concentración. Regresará también el liviano algodón que suavemente insinuará los contornos otrora envueltos en la gruesa lana de los pesados abrigos o en el estambrado mentiroso de los pesados suéteres. El algodón delgado que nos guiñará encajes sin ser plenamente revelador, que nos delineará siluetas cuando el aire en acto sublime lo acerque brevemente al cuerpo femenino. Allá irán los nacarados hombros que cargan como los de Apolo el peso del mundo, pero si la poderosa deidad hubiera

El sueño radioactivo

Ya lo había mencionado desde hace varios días atrás, pero lo voy a repetir cuantas veces sea necesario: las personas que están trabajando en estos momentos enfriando los reactores de la planta nuclear de Fukushima están dando sus vidas por todos nosotros. Estos hombres van a ser anónimos aunque ya los comienzan a llamar los “Samuráis Radioactivos”. Por supuesto la mayoría no son los grandes científicos o graduados de las famosas universidades de Japón. La mayoría son empleados de la región que buscaron un empleo poco calificado y de buenos ingresos. Ellos por muchos años vivieron cómodamente haciendo un trabajo sencillo y recibiendo un salario por encima del promedio. Pero hoy, ellos están dando la cara. ¿Estará el director de la compañía en el sitio o siguiendo los acontecimientos desde Tokio? ¿El encargado de la planta bajará con los camiones para enfriar los reactores? No lo sé, pero se me haría muy extraño que así fuera. La gente que tiene dinero y poder puede darse el lujo de c

El fin de semana

Este par de días es un oasis en la semana laboral. Para algunos empezará el viernes, para otros el sábado. Desde el punto de vista del calendario el verdadero y único día final de la semana es este último y el primero es el domingo. El sábado toma su nombre por el famoso Sabath que era el día que en el que, según los menos avisados, los hebreos no hacían nada. Esto por supuesto es un error histórico, los hebreos en este día adoraban a su Dios. Para algunos esto podría significar una pérdida de tiempo, para ellos era una cuestión de vida o muerte. El sábado era un día de reflexión y descanso porque Dios mismo descansó después de la creación y que vio que “todo era bueno”. No cabe la menor duda que ni los hebreos ni Jehová tenían en mente irse de juerga a inundar los cerebros con alcohol para “descansar”, al contrario de lo que los pueblos vecinos pensaban, siempre es necesario un momento para voltear atrás, recargar energía y dar gracias por lo que tuvimos. Por supuesto incluso los m