Sismografía de la tragedia

No me gusta escribir de temas tristes, bastantes cosas nos suceden en nuestra vida cotidiana para venir a leer sobre otra más en un blog que se supone tiene que ser divertido. Sin embargo hace un par de días unos amigos sufrieron una pérdida terrible y a ellos dedico estas líneas.


Ambos son personas magníficamente religiosas. No de las religiones de imágenes y ritos sino de una religión dónde les gusta enseñar lo que han aprendido e invitar a las personas para que conozcan a su Dios. Así fue como los conocí y ahora parece un recuerdo bastante difuso. De todos los que me pudieron haber visitado me visitaron ellos. De un carácter apacible y una bondad evidente siempre han hecho lo posible por resolver mis dudas y por hacerme ver que Dios se encuentra en todas partes. Han sido siempre una divertida compañía y un recordatorio amoroso de que Dios también une a las personas.

Aún así confieso que sé poco de sus vidas. Pero su pérdida también me ha afectado. Las tragedias también están sujetas a las leyes de gravedad. Las personas más cercanas serán las más afectadas (atraídas) hacía ellas, las más lejanas es posible que ni siquiera se enteren.

Ver una tragedia desde lejos es duro pero también es sencillo. No nos imaginamos como es en el epicentro, lo contemplamos con tristeza pero no sentimos ese hundimiento de la inmediatez. Es como ver los astros a lo lejos.

Pero el ser succionado por la tragedia es todavía más complicado, tu vida se trastoca, como en todo sistema su existencia peligra cuando uno de los elementos ya no está presente.

Yo estoy viendo la tragedia de mis amigos a la media distancia. Perturbado por ellos pero también reflexionando sobre mi propia vida. ¿Cómo se ayuda a un amigo que pasa por eso? Todos somos diferentes pero me imagino que el simple hecho de estar seguro que alguien está dispuesto a ayudarte te puede hacer sentir mejor. En otras ocasiones se necesita la ayuda práctica, la que va más allá del abrazo y el beso fáciles. La ayuda económica para solventar el lado mundano del dolor, la ayuda física para hacer tareas que la tristeza o la tragedia misma no te permite hacer.

Sin embargo me imagino que lo más importante es la esperanza y esta solo puede provenir de nosotros mismos y de Dios. Por eso mis amigos se ven tan serenos. No contemplo en ellos el dolor sin porvenir. Todo lo contrario, su sufrimiento es parecido al que sentimos cuando una persona a la que queremos se va de viaje pero sabemos que regresará al poco tiempo.

Mis amigos sienten y viven en términos de eternidad e infinito. Ese es el poder de la esperanza. Su tragedia duele ahora pero es un dolor momentáneo en comparación a los eones de felicidad que les esperan, así que se sufre con paciencia y con una entereza que me deja sin palabras. Y de verdad me motiva a tener su perspectiva de la existencia y del tiempo.

Hay muchas personas que motivan a otras cuando triunfan, las más grandes motivan aún cuando sufren. Porque cuando ganas compruebas que todo lo que pasaste valió la pena. Pero cuando sufres sin premio evidente es difícil de comprobarle a los demás que lo haces por las razones correctas.

Mis amigos son amorosos, se tienen el uno al otro y eso los hará sentirse mejor. Ojalá que yo pueda contribuir en algo para que no sufran tanto. Aunque se bien que Dios se encargará de eso.

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