La venta del espíritu

El espíritu humano es un buen negocio. Cuando una persona se sobrepone a una terrible dificultad esa fuerza de voluntad se transmite. Todos queremos saber al respecto, todos queremos formar parte de una hazaña. Porque si un hombre común y corriente lo pudo hacer, nosotros también podemos. Eso está muy bien. A alguien se le habrá ocurrido que las personas necesitaban saber de las proezas. Que si todos en la ciudad nos sentimos orgullosos de un individuo que salvó a una pequeña niña arriesgando su vida, seguramente a los habitantes de la ciudad vecina también les interesará. Y este acto desinteresado los motivará a hacer actos similares, menores en cuestión de riesgo pero igual de importantes tanto para quien lo hace como para quién lo recibe.


Por eso los actos grandiosos hay que transmitirlos, no nada más las tragedias son noticias. A otra persona se le habrá ocurrido que el héroe necesitaba una recompensa. Arriesgo su vida para salvar a 10 pequeños pero es una persona que vive en la pobreza. Así, el hombre de la idea intentará recaudar dinero para que el héroe de enorme corazón pero pequeño poder económico y habrá algunas (quizá hasta muchas) personas que responderán al llamado.

Con el tiempo nuestro héroe se dará cuenta que puede ayudar a muchas más personas, que salvó a 10 niños pero si tiene dinero suficiente podría salvar a 100. Entones utilizará su popularidad para recaudar dinero, habrá algunas (quizá hasta muchas) personas que responderán al llamado y quizá pueda salvar a esos 100 niños.

Así otro hombre se dará cuenta de esto y pensará: “yo soy pobre también pero yo haré mi propio dinero” y utilizará al héroe para recaudar dinero pero en esta ocasión el dinero será solo para ese hombre avieso. Y algunas personas pensaran que están haciendo lo correcto y le darán sus recursos a una persona que no planea ayudar a los demás. Y así un evento inspirador terminará siendo un negocio, las virtudes del héroe se convertirán en simple mercadotecnia.

Algo así, aunque parezca increíble, es el deporte profesional. Los deportistas en lugar de ser asalariados que se dedican a inspirar a la gente, hoy por hoy son simples marcas registradas. La mayoría de las personas ven los deportes porque los jugadores los inspiran. Es grandioso ver a alguien hacer lo que ellos hacen. Correr tan rápido, saltar tan alto, mostrar un espíritu inquebrantable, no perder la esperanza hasta el minuto final. Ganar lo que parecía imposible de ganar. Todas estas son cosas que inspiran a las personas. Por eso los jugadores son héroes. Sin embargo, porque mucha gente es atraída por el magnetismo que genera la pasión del juego, hubo gente que pensó que lo mejor era sacar dinero de aquello. Y esos héroes, quienes por cierto en Grecia simplemente competían por una guirnalda, se convierten en un par de tenis, en una raqueta o en una gorra. Las personas compran todas esas cosas porque piensan que estos artículos los acercarán más a sus modelos, sin darse cuenta que lo único que realmente los puede acercar es el trabajo duro y disciplinado, la pasión por hacer las cosas. Estas características no pueden ser compradas en China, tienen que ser cultivadas, y como requieren de espíritu no pueden ser pagadas con tarjeta de crédito.

Antes me gustaba mucho ver los deportes en TV. Me inspiraba ver lo que aquellas personas podían hacer. Me parece muy triste que el hombre haya inventado algo para banalizar a oferta de ocasión el mismo espíritu humano.

Cuando el hombre mismo no valora su espíritu, ¿Por qué habría de sorprendernos que cada vez haya menos de este espíritu?

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Comentarios

  1. la pura y santa verdad tanto marketing deformo el deporte y a sus héroes

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