La conmoción de lo impensable

Lo inesperado. Ese evento o circunstancia inimaginable que de pronto aparece en nuestras vidas. Decía Heráclito que hay que esperar lo inesperado para poderlo encontrar, sin embargo, es imposible esperar lo que no se espera. Puedes estar preparado para “algo”, para un suceso sin nitidez pero cuya naturaleza no se desconoce (¿se ve que sí pasé la materia de métodos de investigación en primaria?) y entonces ya no es inesperado, se espera con vaguedad, pero se espera.


Lo inesperado no ha sido previsto, ni lo será. Sucede fuera de cualquier parámetro y fuera de cualquier variable identificable (esta es mi clase de matemáticas 1). Ayer terminé de preparar mi programa de radio y justo cuando lo hice un meteorito destruyó mi disco duro sin permitirme hace un segundo respaldo. Eso sería inesperado. Otro día compré un CD para darle una sorpresa a un amigo y un viajero en el tiempo apareció de pronto y me lo arrebató. Eso sería inesperado.

Es inesperado que el año en que Satoshi Kon muere dos películas de su estilo narrativo e inspiradas por sus filmes se encuentran nominadas como mejor película en los Oscares: Inception (Nolan) y Black Swan (Aronofsky). Es inesperado que un latinoamericano filmando en España pueda aspirar a mejor película extranjera: Biutiful (Iñarritu).

El cambio es imparable, sea que lo queramos o no. Lo único que nos resta es tratar de buscarle un lado bueno, aún cuando no todos los cambios son para bien, hay en ellos, si lo sabemos buscar, algo que nos ayudará a evolucionar, a mejorar. El cambio inesperado es el más difícil de asimilar precisamente porque no estamos preparados para él. Nuestro cerebro tiene que reaccionar pronto, y nuestro ánimo tiene que ajustarse rápidamente.

Todo esto me recuerda ¿a quién creen? Pues a Kalimba (últimamente todo me recuerda a Kalimba). Resulta que después de que el cantante fue despedido por su presunta víctima en el aeropuerto, viajó al norte de la república y después tomó un vuelo de conexión a la ciudad de México. En este último se encontró con una medianamente popular comentarista de espectáculos. Los dos se saludaron efusivamente antes de iniciar el viaje y se despidieron antes de recoger sus maletas. Justo cuando el cantante ya estaba fuera de su vista, la comunicadora recibió un mensaje por su teléfono móvil avisándole que Kalimba había sido acusado de violación. ¡Qué inesperado! Estuvo con él varias horas, tuvo la oportunidad de hacerle la primera entrevista sobre el caso. Pero cuando recibió la información era demasiado tarde, el cantante ya había salido del aeropuerto. La comunicadora relata que no había nada extraño en Kalimba, que no le parecía estar en el “animo” de un violador, y después se lamenta de haber perdido la oportunidad de un reportaje extraordinario.

A partir de ahora me la puedo imaginar preguntándole a todos los famosos con los que platica en el aeropuerto - Hola, ¿cómo estás?, ¿has cometido una violación últimamente?, ¿algún crimen del que debamos saber?- Y después continuar la plática con preguntas sobre su último material, su amante y su esposa (para confundir al enemigo).

Lo curioso del asunto es que ahora el cantante es blanco y puro aún cuando es muy, muy probable que haya tenido relaciones sexuales con una menor de edad. Aún cuando esa menor hubiera estado (y utilizo estar en el sentido sexual) antes con otros hombres. ¿Será que la pobre chica no sabía lo que hacía? Supongo que el único que no se esperaba todo lo que se iba a alborotar era Kalimba. Material imprescindible para una cita: flores, chocolates, refrescante para el aliento, identificación oficial con fotografía. No vaya a ser.

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