Las ausencias

Uno podría pensar que las constantes principales de la obra de Mitsuru Adachi son los deportes, la preparatoria y los triángulos amorosos, quién piense así tiene mucha razón pero pasa por alto algo muy importante.



Comparado con Osamu Tezuka, la obra del maestro Adachi palidece en temáticas. El padre del manga escribió de todo y para todos y lo hacía de una manera severa. La obra de Tezuka era una obra fantástica pero una obra de dolor, de un drama de proporciones gigantescas, de tragedias en el purismo extremo. No importa si habla de un robot, de una princesa, de Buda o de un león. Tezuka entiende la vida con una tristeza dramática. Como niño de la postguerra creo que no hay otra manera de entenderlo.


Por otro lado Adachi, nació y creció leyendo la herencia de Tezuka y sus compañeros. Su generación fue la del resurgimiento de Japón y por eso había tiempo y lectores de historias de preparatoria y quizá fue esa misma generación la que se encontraba en la situación de definir el resto de sus vidas y el futuro de Japón en los años por vivir. Adachi quiso huir de esa solemnidad, los deportes no eran una cuestión de tanto drama, los deportes eran divertidos. El verdadero drama se daba en el amor.


Para Adachi la única forma en que el amor puede expresarse es por medio de la competencia, el contraste. Solo puedo amarte si se que no amo a alguien más. La competencia hace despertar a los contrincantes, darse cuenta de sus sentimientos, luchar por lo que quieren. Dialéctico por naturaleza las competencias de Adachi varían en muchas formas. Parientes, fantasmas, amigos. Todo es sujeto de crear conflicto y al mismo tiempo de confluir en el mismo amor.


Pero aunque todo esto es tejido común en sus composiciones, el tema que al parecer le preocupa realmente al maestro Adachi no es ninguno de estos sino la muerte. La muerte, ya sea el inicio o el final de algo es un elemento siempre presente en sus obras y curiosamente omitido por los lectores. Sin embargo Adachi siempre habla de la muerte al hablar de la vida, y los muertos nunca dejan de tener efecto en este mundo. Aunque se van, siguen estando aquí.


Touch, Cross Game, H2, sus grandes y sus pequeñas obras nos hablan sobre como los muertos también son recuerdos inseparables. Las pérdidas no se superan o se olvidan. Se viven.


Ante tantas de estas pérdidas en el mundo real valdría mucho la pena darle una visita a Adachi, a su forma que tiene de vivir con estas presencias incumplidas y al mismo tiempo a veces más presentes que sí estuvieran vivas.


Son siempre los recuerdos, esos recuerdos que tanto intentan cultivar los Japoneses, en ocasiones más reales que el minuto pasado, es esa voluntad que desde el inframundo extiende su sutil mano para restablecer levemente una realidad triste que necesita la ayuda de los idos.


Por juzgar a las obras que siguieron a la muerte de su hermano. Cross Game (2009) y Q&A(2010) cada vez más el maestro le apuesta al regreso de los muertos. No lo culpo, solo se pueden vivir los vacios en el manga porque en la vida real no se pude vivir en el vació.


Como quiera que sea, leer a Adachi es leer a uno de los mejores mangakas vivos. No lo desperdiciemos.

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