La conspiración de la vida o Bienvenido a la NHK

A veces olvidamos que una de las grandes maravillas de la animación japonesa es su capacidad de tratar todos los géneros y hacer interesante el tema más soporífero. Creo que hay muy pocas cosas interesantes sobre los Hikikomori, jóvenes japoneses que se enclaustran en sus cuartos y viven recluidos a expensas de sus padres. Nada más aburrido que ver alguien perder la vida por la inacción. Sin embargo Bienvenidos a la NHK (2006) es un recordatorio fulgurante de lo poderoso que puede llegar a hacer la animación como medio de expresión artística.



No hay nada de malo en ver series insulsas de preparatorianos con problemas vanos, no tiene nada de malo ver robots gigantes que salvan o destruyen el mundo, no tiene nada de malo ver magos poderosos que viven en un universo encantado. Sin embargo la animación es mucho más que eso. Es un medio con el que se pueden transmitir sentimientos genuinos y no solo chocantes grandilocuencias. Sentimientos tenues, reales, tal y como los detalles que hacen valiosos nuestros días.


Bienvenido a NHK, es la manifestación de un mundo que a muchos por cercano nos es desconocido. El mundo de la soledad, de los juegos, de las computadoras, de la esquizofrenia, del pasado doloroso, del futuro incierto, del escapismo, del la falsedad.


Tan real y tan imaginaria como las coincidencias no es un regaño moralista sobre la juventud que nos ha tocado vivir, sino un escaparate bastante objetivo que por si fuera poco es tan entretenido como esclarecedor. En algún punto se reconocerán, aunque sea parcialmente, en alguna de las actitudes de los protagonistas, en sus problemas mínimos y en sus grandes consternaciones.


Bienvenidos a la NHK logra tocar puntos cruciales de nuestra sociedad sin sentirse sobrecargada, es emotiva sin ser empalagosa, es dolorosa sin ser melodramática. Es un espejo, y curiosamente los espejos tienen cierta relevancia en la serie, de los riesgos de una juventud que busca su lugar en un mundo cada vez más complejo y más frio, de sus temores, sus triunfos leves y sus sufridas derrotas.


Tatsuhiko Sato es un Hikikomori que vive en Tokio, en dónde fue a estudiar la universidad y un buen día no pudo salir más de su apartamento. En su encierro encontrará 6 personas que lo harán reflexionar no solo sobre su forma de vida sino sobre su vida misma y esas mismas personas revalorarán de alguna forma sus propias existencias en esta interacción.


Bienvenidos a la NHK se basa en la novela homónima de Tatsuhiko Takimoto. Creador tan orgulloso de su obra que le brinda su nombre al protagonista en un acto de asombrosa sencillez. En la cual de alguna forma también estuvo involucrado, aún cuando solo de pasada, el gran crítico del estilo de vida actual de Japón, el maestro Yoshitoshi ABe (Serial Experiments Lain, 1998). Como en muchos de estos casos la novela se hizo manga y el manga se hizo animé y el experimentado guionista Satoru Nishizono (Needless, 2009) se hizo cargo de un brillantísimo guión y composición de la serie, que resulta por mucho lo mejor de su larga carrera. Esta es una de las magníficas obras del estudio Gonzo (Kaleido Star, 2003) tan vilipendiado pero que no se le puede negar que invirtió sus muchos o pocos activos en series que se alejaban del lugar común, y como en este caso que se convierten en clásicos a destiempo.

Bienvenido a la NHK es una de las mejores series de este siglo. Cualquiera que sea joven y que tenga acceso a leer estas líneas no pude dejar de verla. Es un aviso, un escaparte, una historia de amor y desamor, de recuerdos, de conspiraciones y realidades. Es lo que se llama una obra de arte, de esas cosas que descubiertas muchos años en el futuro servirán para reconocer como se vivía en los albores del siglo 2000, pero quizá y sobre cualquier otra cosa es una historia de salvación y de esperanza. Aún cuando estas sean mínimas, tan mínimas como nuestras propias vidas.

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