El arte del final

Si bien es cierto que los primeros párrafos o minutos de una obra determinan su estilo no deja de ser verdad que en muchas ocasiones el final determina su grandeza.
Una gran historia puede desembocar en una tomada de pelo y una historia insulsa puede adquirir toda una nueva concepción con el final correcto.
En eso me parece que las historias se parecen a la vida.
En los deportes suele suceder lo mismo, una jugada brillante que no culmine en anotación pierde la mitad de su mérito y en muchas ocasiones su lugar en la historia.
Así pues, el final adecuado no es innecesario ornamento, es el nudo último sin el cual los zapatos se convierten en un vehículo inestable.
En el mundo del manga es muy importante, porque la expectativa es más alta que en otro medios. El manga seriado, se fundamenta en que cada entrega tiene que tener una conclusión a medias lo suficientemente atractiva para asegurar que el lector compre el siguiente número. Con esto, los lectores van probando una y otra vez desenlaces parciales con la expectativa de que al pasar de los meses y en muchas ocasiones años, la llegada de un final definitivo, poderoso y evocador, termine con esa angustia progresiva, con esa expectativa infructuosa que se ha ido acumulando.
Mientras más larga la historia, muchas más las esperanzas que se depositan en ella.
Lo mismo va para las series, a las cuales habrá que reconocerles que muchas lidian lo mejor que pueden con una incertidumbre rampante. No saben si el capítulo actual será el último o si se extenderá por 40 episodios más. Pero aún así los directores y guionistas experimentados deben estar preparados y por supuesto también deben respetar esa congruencia que a muchos se les escapa.
Curiosamente hay muchos mangakas que a pesar de ser estupendos narradores fallan en el último tramo. Es difícil despedirse del trabajo que se ha hecho durante años, pero es triste cuando no se hace de la manera correcta. Algunos finalizan decenas de volúmenes en 10 páginas, otros más tratan de imprimir un aura mística a una historia cuya principal vena era el desparpajo y la irreverencia.
Visto en perspectiva muy pocas obras terminan de manera correcta.
La conclusión es un arte de maestros. Entre quienes parecen haber tomado la medida de las historias se encuentran sin lugar a dudas las chicas de CLAMP cuyas obras pueden ser medianas o muy buenas pero sus finales son siempre congruentes e inspiradores.
Los maestros de maestros Miyazaki y Takahata, como su nivel lo exige, sin desahuciar a la esperanza terminan sus obras evitando sobrestimar el camino de sus héroes en un universo que no es el óptimo pero es dónde les toco vivir.
Otros grandes se pierden, y aquí tengo que hablar del maestro Adachi quien a penas si termina sus obras de manera congruente, con prisas, sin muchas explicaciones, parece decir que mañana será otro día y habrá nuevas cosas, pero lo cierto es que tampoco es coherente finalizar de manera dispersa cuando en partes de la obra se ha sido meticulosamente específico.
Ejemplos hay muchos, escojan su favorito, he aquí un ejemplo de pésimo final.
PD. Hoy toca MCPlayer. Los espero.

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