Entrada extra

Algunos lo habrán notado. Muy probablemente la mayoría lo pasó amablemente por alto. El pasado miércoles no ingresé nada en el blog. Podría escribir que fue un conjunto de circunstancias lo que me impidió hacerlo, pero en el peor de los casos pude, a lo menos, intentar usar uno de los análisis críticos que he acumulado a lo largo de los años y que he mostrado a otros lectores. Pero tampoco quise hacer eso. En parte porque significaba usar tiempo para encontrarla s y en parte porque me gusta hacer las entradas con la idea de hacerlas. Es decir, no tengo el menor empacho en ingresar algo que he escrito hace años pero siempre y cuando lo haga con la plena decisión de que es lo que debe de hacerse no simplemente porque las circunstancias no me dejan otra salida.

En fin, ayer por la noche intenté escribir algo pero mi amigo Microsoft Word me jugó chueco y tuvo a bien eliminar el párrafo que me costó tanto trabajo escribir. Una de las cosas que escribía en ese parrafo, ahora perdido para siempre, eran ciertas ideas relacionadas a uno de los análisis que más tiempo me llevó y que era sobre Angelic Layer (Clamp, Okouchi, 2001), me recuerdo sentado frente al teclado tratando de expresar en una sola cuartilla todo lo que veía en un animé complejísimo. Cuando terminé debido al trabajo invertido, me sentí complacido.
Siguiendo con este tipo de escritos uno de los análisis que más me ha gustado fue cuando comparé Macross (Kawamori, Ishiguro, 1982) con Cyrano de Bergerac (Rostand, 1897). He tenido que dejar esto de los análisis un poco de lado porque me llevaban mucho tiempo, si lo retomara nuevamente casi seguro solo podría hacer una entrada por semana y es que es muy diferente escribir sobre lo que uno piensa que analizar responsablemente (y subrayo responsablemente) el trabajo de alguien más.

Criticar, pues, se supone que es muy sencillo pero a mí me parece todo lo contrario. La crítica debe servir para que el creador mejore. Hace algún tiempo leía en un artículo de Juan Villoro como narraba que el maestro de Albert Camus calificó una de sus más grandes novelas (que por cierto también es una de las más grandes novelas de este siglo) como “la impresión con frecuencia es intensa”. Grenier el maestro del premio Nobel de Literatura Albert Camus califica con 12 sobre 20 una de las mejores novelas del siglo pasado y escribe esa frase fría al respecto. Por supuesto esa frase significa, vista de la manera correcta, que casi toda la novela es intensa, inspiradora, llena de vida.

¿Qué hubiera pasado si el maestro hubiera dicho otra cosa? Seguramente Camus la hubiera reescrito así como reescribió El espíritu confuso cuando recibió una mala crítica de su guía. Por eso la crítica es tan difícil. Porque puede ser un enorme motivador pero también un fulminante depresor. Es claro que  en mi caso ningún estudio de animación o de cine o de cualquier otra cosa dará un pepino por lo que yo opine al respecto de sus creaciones pero aún así intento pensar en los creadores antes de escribir algo al respecto. Me gusta pensar que los tengo en frente y así, cara a cara, les digo lo que me parece que deben mejorar y sobre todo lo que me ha hecho sentir su obra. Porque una obra artística se trata sobre cualquier otra cosa de eso: de sentir.

Esta idea de la crítica la trato de llevar a todos los ámbitos porque un buen consejo, una buena apreciación te puede ayudar a mejorar. Si sabes que algo se está haciendo mal y lo callas entonces tú también eres parte del problema, porque no eres parte de la solución.

Estamos en contacto.

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