El paso imposible (quinta parte)

Felipe se está enamorando de Meg quién es su nueva maestra de ballet y está a punto de finalizar su relación platónica con Olivia. ¿Cómo irá a funcionar esto?


No eran vacaciones, pero tampoco había escuela. A Felipe le encantaban esos días. Se despertaba, bajaba a desayunar con un libro entre las manos y continuaba su lectura hasta entrado el medio día, después veía la televisión o jugaba y por las tardes salía al cine. El hecho de estar con la pequeña Marina hacia todo eso más emocionante. La niña preguntaba, gritaba, reía, jugaba, existía. El chico estaba frente al televisor cuando el timbre de la casa sonó. Se levantó sin muchos ánimos y se sorprendió cuando identificó a la persona que tocaba. Era Olivia, y por la mirilla de la puerta se veía muy bonita, cuando abrió la puerta se dio cuenta de que estaba equivocado, en realidad se veía hermosísima. La invitó a pasar y Marina quien andaba en algún otro lugar ya estaba lista en sala para inspeccionar a la visita. Ella también la vio hermosa, aun cuando no la conocía del todo. Quizá habían ido una vez a pasear los tres, pero la chica no había hecho un recuerdo indeleble en la niña. Así que simplemente la saludó y se fue a su cuarto, o por lo menos eso simuló.

Los chicos se dijeron todas las frases del asunto, la sorpresa del encuentro, la belleza de Olivia hasta que llegaron a la razón misma de la visita: “me voy del País el mes que entra” dijo ella y siguieron platicando pero nadie recordaría nada más de la conversación. Puedo apostarles que Felipe no sabía cómo sentirse. Por un lado se iba una de las personas más importantes para él en los últimos años y por el otro esa imagen de Meg que no dejaba de aparecérsele a cada instante se hacía más intensa. Y por primera vez estaba confundido en asuntos amorosos. Sabía que amaba o por lo menos amó a Olivia, sabía que podría volverlo a hacer cuando regresara de su viaje de un año, pero ¿quería hacerlo? Meg era tan solo una promesa, le entusiasmaba la idea, pero era absolutamente cierto que no la conocía. Conocía sus ojos azules, conocía su gracia y su paciencia, conocía su inteligencia, pero no sabía si era la clase de persona que se interesaría en alguien como él.

Minutos después de que Olivia se fue, todavía la sala olía a su perfume. Christian Dior, si mal no recordaba Felipe. No era realmente una sorpresa, lo habían platicado en algunas ocasiones, pero el impacto de ver las cosas sucediendo en la realidad y fuera del ámbito ilusorio de los planes, le hizo preguntarse muchas cosas. No la besó, ni le dijo que se quedara. Ella lloró y él simplemente contempló sus lágrimas. ¿Era el principio? ¿era el final? No quería preguntárselo, regresó al sillón y continuó viendo su película. Marina salió de su escondite y se paró a su lado: ¿Qué me ves? Preguntó Felipe. La niña le sacó la lengua y se sentó a su lado, juntos vieron la película sin hacer un comentario más.

El mes anterior a la partida de Olivia fue el más difícil. No sabían cómo comportarse. En un movimiento inesperado la chica intentaba asegurar su permanencia en el corazón de Felipe, e intentó hacer lo que no había hecho en años de conocerse: tomarlo la mano, besarlo, abrazarlo. Casi todas las veces sus intentos eran rechazados por el chico quien no los entendía. Muchas veces él había querido hacer exactamente lo mismo y ella lo impedía por una o varias razones, con sentido o sin él. Y ahora, cuando su imagen comenzaba a hacerse difusa y la imagen de Meg más y más intensa Olivia intentaba por primera vez algo.

La cosa no era tan sencilla como dejar a una chica e intentar con la otra. Felipe realmente valoraba el tiempo que había pasado con ella. Los buenos momentos, los malos momentos. Se había imaginado vivir toda la vida a su lado y ahora, las cosas estaban cambiando. En este momento fue cuando, me imagino, Felipe comenzó a elaborar un plan para acercarse por fin a Meg. Los planes por supuesto difieren mucho de la realidad.

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