El filo del metal


Siempre he pensado que la música es un don de Dios. Solo así puedo entender que es capaz de generar una gama tan amplia de sentimientos. Por esta misma razón me encanta la música.

Casi todos los géneros tienen algo que ofrecer, tienen su fuente y su objetivo. De entre todos el metal es un género muy complicado. Siempre me ha parecido que la música tiene que reflejas nuestros sentimientos pero quizá mucho más importante que eso es nutrir nuestra alma.

Escuchamos canciones tristes para asegurarnos de que nosotros no somos los únicos que nos sentimos de esa manera. Escuchamos canciones alegres para multiplicar nuestra propia alegría. Escuchamos canciones de protesta para entender y reflexionar sobre lo que piensan los demás.

El metal es un género que nace del hartazgo de quienes han aprendido por medio de la dolorosa experiencia que la vida no es solo armonía sino también gritos y sonidos discordantes. Es un género que en teoría nace en las ciudades, de ahí su esencia eléctrica, urbana, de lumpanares llenos de grafiti, de alcantarillas y vagabundos.

De ahí se supone que nace el metal, de un grito de furia, de enojo y desesperación. De alguna forma es también un grito de protesta y de auxilio.

Sin embargo cuando el metal deja de ser eso y se convierte en espectáculo de delirios hedonistas, en esfuerzo de llamar la atención por medio de lo grotesco, ahí se pierde incluso mucho peor que los otros géneros a los cuales pretende criticar.

Cuando el metal se convierte en un medio para promover la discriminación, la maldad, para promover en la furia lo peor que llevamos dentro, entonces ya no es música, es simplemente un ruido que embota, emborracha y engaña.

Para empezar, es difícil encontrar las armonías en el metal, y si a eso añadimos que su temática, que se supone su lado fuerte, se marcha por caminos falsos: el proselitismo y lo comercial, entonces no queda mucho de un género que surge de una petición legítima de ser escuchados.

Debo de aceptar que es un género que no escucho demasiado, aunque es imposible negar que su influencia ha permeado irreversiblemente a la música pop, el dolor continuo evita que podamos apreciar otras tantas cosas que también ocurren en el mundo.

Cuando escucho la música de metal intento disfrutarla pero también recuerdo que hay otras formas de expresar los reclamos y el dolor, formas que no te dejan exhausto sino con el ánimo para dejarlos y seguir adelante. Es bueno gritar de vez en cuando pero no nos podemos pasar gritando toda la vida..

Estamos en contacto.

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