El fin de semana

Este par de días es un oasis en la semana laboral. Para algunos empezará el viernes, para otros el sábado. Desde el punto de vista del calendario el verdadero y único día final de la semana es este último y el primero es el domingo.


El sábado toma su nombre por el famoso Sabath que era el día que en el que, según los menos avisados, los hebreos no hacían nada. Esto por supuesto es un error histórico, los hebreos en este día adoraban a su Dios. Para algunos esto podría significar una pérdida de tiempo, para ellos era una cuestión de vida o muerte. El sábado era un día de reflexión y descanso porque Dios mismo descansó después de la creación y que vio que “todo era bueno”. No cabe la menor duda que ni los hebreos ni Jehová tenían en mente irse de juerga a inundar los cerebros con alcohol para “descansar”, al contrario de lo que los pueblos vecinos pensaban, siempre es necesario un momento para voltear atrás, recargar energía y dar gracias por lo que tuvimos. Por supuesto incluso los mejores hábitos están sujetos a la mala interpretación.

Cuando Jesús pisó la tierra, se encontró con que los hebreos se habían tomado muy literal la cuestión del Sabath y de hecho dejaban de hacer cosas importantes, incluso mucho más importantes que su reflexión y descanso. Así que les preguntó para tantearlos si alguno de ellos dejaría que una oveja se fuera al despeñadero nada más porque era Sabath. Claro que todos responderían que no era una situación de trabajo sino una situación de emergencia, confirmando el punto de que también había otras cosas igualmente urgentes, como ayudar a las personas, que tenían que hacerse los siete días de la semana.

Entonces la vida y la reflexión dieron un brinco a lo inmediato. Todos los días habría que tomarse unos minutos para agradecer y para pensar. ¿Todos lo hacemos? Por lo menos deberíamos. ¿Cuándo fue la última vez que agradecieron por tener todo o que tienen y no menos? ¿Cuándo fue la última vez que reflexionaron sobre lo que les depara la vida? No se trata de adentrarse a cavilaciones ontológicas sino por 5 minutos al día concentrarse en una idea. Nos daremos cuenta que el hombre está diseñado para hacerlo.

Por supuesto los hebreos no se sintieron muy a su gusto con las críticas de Jesús así que decidieron que mejor esperarían otros cuantos miles de años por un mesías que les fuera más a modo. Y con el tiempo los Romanos se dieron cuenta que eso de administrar un montón de dioses ya no les era muy rentable así que decidieron empacar a todos en lo que más adelante llamarón la Iglesia Romana. Parte de la compresión de ideologías afectó al famoso Sunday (día del sol). El astro rey, por supuesto siempre fue una de las principales deidades para todas las culturas, y como no iba a hacer, pues de él dependen todavía muchísimas cosas de la vida humana. Como Jesús implicó de manera más o menos clara que el Sabath (al menos como lo conocían) debería de perder vigencia, los romanos decidieron que aún así se debería tener un día de descanso al cual llamaron dies Dominicus que significa “Día de fiesta total” y que se supone sería en honor a la resurrección del Cristo. Los pueblos germánicos más o menos inmunes a la nueva religión siguieron celebrando su Día del Sol, sin embargo poco a poco se integraron (cosa que hizo de manera frecuente la iglesia romana) así que ahora el día de descanso es el día “de fiesta total” o “del sol” dependiendo del idioma. Lo que me llama la atención es que ahora es el primer día de la semana y no el último. Así que ahora no pensamos en lo que hicimos sino en lo que vamos a hacer. Lo cual no está mal pero tristemente lleva implícito, que al no recordar, cometeremos los mismos errores que la semana pasada.

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