Leve disección de un capítulo de 5 minutos

La verdad no es un capítulo de 5 minutos pero lo interesante del episodio número 6 de la segunda temporada de la serie Kimi ni Todoke (Shina, Kaburaki, 2011), es que se disfruta como tal. Al maestro Einstein se le atribuye una frase que reza a favor de la relatividad del tiempo que no es lo mismo pasar diez minutos con la novia que diez minutos con la suegra. Pasa lo mismo con este episodio de veinte y tantos minutos. Pero empecemos por el principio.


El capítulo está dividido en tres segmentos. El primero de ellos es el vínculo con el capítulos anterior y es simplemente una forma de replantear lo que ya se había dicho y avanzar en forma minúscula en la trama. Se podría pensar que hacer un recordatorio es cosa muy sencilla, sin embargo el hacer un recordatorio de una forma en que no parezca tal es muy difícil, pero en el caso de esta serie se hace de manera correcta en unas cuantas viñetas sabemos cuál el problema, que les ha aquejado a los protagonistas a lo largo de la temporada.

El segundo segmento generalmente funciona en una trama paralela a la principal. En este segmento me pareció impresionante como sin añadirle demasiada continuidad a la acción crearon las escenas precisas para que pudiéramos comprender el suceso en nuestra mente. La compra del vestido, el maquillaje, la foto ¿acaso no es lo que todas las chicas recuerdan de las bodas (cuando no son ellas las que se casan, por supuesto)? Claro, claro está la fiesta pero esta realmente carece de significación, es simplemente una anécdota. Algo que ayudó al cambio del primer segmento al segundo fue que la protagonista del segundo se atribuye una cierta importancia en el primero, esto por supuesto no es fruto de la casualidad sino de un diseño preciso para que nuestra atención fluya de la trama principal a la secundaria sin ningún sobre salto. La forma en la que este segundo acto es narrado, de manera compacta, nos permite prepararnos para el tercer acto. Nos relaja un poco ante una situación que cada vez se vuelve más opresiva.

El tercer acto comienza en dos frentes que se van cerrando poco a poco por un lado el protagonista masculino y por el otro el protagonista femenino. No es necesario recordarnos nada ahora, porque el segundo acto nos relajó pero no nos hizo olvidar la trama principal. Sabemos muy bien a dónde nos quedamos y comienza exactamente ahí. De acuerdo a los cánones de la narrativa visual, la acción va de un personaje a otro de manera que se incrementa la tención, pero como estamos hablando de una serie de drama y no de una serie de acción las escenas no puede ser demasiado cortas.

Aún así poco a poco se cierran los dos planos hasta llegar al clímax. Otra cosa que me llama mucho la atención es que incluso en estos momentos de álgida situación dramática, el director sigue usando elementos cómicos, como dibujos deformados. Es decir, no le pone mucho drama al drama. Es la situación y no los personajes los que contienen la carga emocional. Y es que si nos viéramos llorando me parece que la mayoría de nosotros nos veríamos entre tiernos y simpáticos. Igualmente cuando intentamos hablar de manera seria hay algo de gracia en la situación y con eso se juega en el capítulo de manera genial. Cuando llega el momento decisivo no podemos sino esperar con ansias el siguiente capítulo.

Hacía mucho tiempo que no veía un episodio tan bien ejecutado así que quise compartirlo con ustedes. El reto fundamental que tienen estas series que no son de acción es más complejo. Por ejemplo Bleach(Kubo, Abe, 2004) o One Piece (Oda, Uda et al, 1999) pueden pasar de una secuencia de acción a la siguiente y eso retiene la atención del espectador. Una serie que se trata de una chica cuya característica fundamental es su incapacidad de comunicarse carece, en teoría, de un hilo conductor lo suficientemente robusto para jalar una trama de manera potente. Pero el trabajo en equipo obra milagros. Bien por Productions I.G.

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