El síndrome del cambio

Hay un poema del maestro Mario Benedetti que se llama Síndrome. Para aquellos cuya única referencia a la palabra la encuentren en el antagonista de Los Increíbles (Bird, 2004), aclararé que la Real Academia de la Lengua Española define síndrome como el conjunto de síntomas característicos de una enfermedad. Es decir, si tienen cuerpo cortado, están congestionados y tos, estos síntomas muy probablemente corresponden al síndrome del resfriado.


Después de esta breve explicación que pone de manifiesto que no pasé de noche mi clase de Medicina Laboral. He de confesar que esa clase era en la nada conveniente hora de la 1pm y recuerdo muy claramente como el suave calor llenaba el salón aún con las ventanas abiertas. El medio día iluminaba radiantemente todo lo exterior, las jardineras que rodeaban el conjunto de salones vibraban con un verde límpido. Hasta los caminos de concreto reverberaban lejanos a su gris regular con un blanco sorprendente. Como tenía que caminar desde una aula lejana nunca pude sentarme cerca de la ventana para contemplar el ambiente lento y adormilado mientras una suave brisa me pegaba en la cara y las palabras del profesor se convertían en una ceremonia murmurada de arrullos. Bueno, bueno nunca me senté a la ventana así que me tenía que conformar escribiendo historias de amor dónde la chica que solía sentarse a unas cuantos lugares de mi era la estrella. Sin embargo todo esto terminó cuando dicha damisela resultó embarazada y no tuve otro remedio sino empezar a poner atención a la clase. No me gusta practicar el adulterio platónico.

Pero ¿de qué estaba hablando?, creo que se me fueron las cabras al monte. Estaba hablando del poema Síndrome en dónde narra Benedetti que es cierto que tiene algunas canas, pero aún puede hacer y deshacer el amor/trepar una escalera de dos en dos/y correr cuarenta metros detrás del ómnibus y por lo tanto no debería de sentirse viejo. Es decir, su salud es muy buena y puede hacer las cosas que siempre pudo hacer sin embargo llega a una conclusión: que antes no se fijaba en esos detalles.

El síntoma de la vejez no está en las cosas físicas que se puedan o no puedan hacer. Yo nunca he sido capaz de correr un maratón y se de buena fuente que hay personas de 70 años que pueden hacerlo sin ningún problema. Así que la vejez realmente no tiene que ver con las canas o las capacidades físicas. La vejez tiene que ver con la actitud. Y así lo piensa el poeta. El problema es que se da cuenta que “a su edad” aún puede hacer lo que hacía. Es decir reconoce que “su edad” es ya una edad avanzada, lo cual no le ayuda en nada, todo lo contrario lo hace sentirse viejo.

Entiendo que la mayoría de mis lectores son personas muy jóvenes que ven a la vejez como algo muy lejano, Benedetti mismo tiene un poema al respecto que se llama “Cuándo eramos niños” (se los dejo de tarea). El tiempo es constante e imparable, si tienen ganas de cambiar su vida hagan su plan ahora y comiencen a ejecutarlo lo antes posible, ya. Es siempre muy divertido ir a pláticas de superación personal dónde un individuo alienta a las personas y salimos de esa sala con una enorme sonrisa deseando comernos al mundo y a la mañana siguiente lo hemos olvidado todo y volvemos a la vida que llamamos normal. Hoy es el primer día del resto de nuestras vidas, reza una de las clásicas frases de los 60s, así que hoy hagamos un breve cambio, mínimo, pero que nos acerque más a nuestra meta (me parece que ahora soy yo quien suena como panfleto motivacional) pero no dejen que el síndrome los alcance, mucho menos la enfermedad.

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