Tributo a destiempo

Cuando el maestro Satoshi Kon comenzaba a ser referenciado en Occidente murió trágicamente el año pasado. Me parece que la muerte de alguien como él, más allá de las circunstancias siempre será una tragedia. Dicen los Hermanos Wachowski en su Matrix (1999) “la vida no carece de un cierto sentido de ironía”. El maestro Kon mismo dice en su última carta que sus películas no fueron particularmente taquilleras. Y tiene razón. Para ser honestos era poco conocido fuera del reducido círculo de aficionados a la animación japonesa. Y por aficionados a la animación japonesa no me refiero a quienes ven las dos series de moda sino a quienes urgan con un poco más de crítica los anaqueles de las tiendas.


Ya he hablado mucho sobre como Inception (Nolan, 2010) hace un homenaje perfecto a Paprika (Kon, 2006), la escena del pasillo no deja duda de ello. Pero ahora nos referiremos a otro director en franco ascenso quien desde su laureado segundo filme no ocultó su afición por el maestro del inconsciente. Darren Aronofsky sorprendió al mundo con su Requiem por un Sueño (2000) una cinta que no se anda por las ramas para hablar de las drogas y el estilo de vida americano. En esta cinta además de la magnífica actuación de Jennifer Connelly encontramos la famosa escena de la bañera. Escena por la cual tuvo que comprar los derechos para Norteamérica de la cinta Perfect Blue (Kon, 1998). Así Aronofsky, sin ambages, se declaraba admirador de la obra del maestro Kon.

Desde esos años Aronofsky se traía entre manos un proyecto extraño, involucraba ballet y a una ballerina quien por cuestiones del Lago de los Cisnes se encontraba perturbada. Una especie de lucha entre dos personalidades de la misma persona en un ambiente onírico y mucho peor, prácticamente indistinguible de la realidad. Esta sería, para el buen observador, su versión de Perfect Blue.

Tuvieron que pasar casi diez años para que esa historia se materializara y Natali Portman (oh gran reina Amidala) interpretó, al fin, a esta chica al borde de la locura o de la razón. La mayoría de la gente del medio hacen referencia a Roman Polanski, maravilloso director de historia personal digna de una película, cuyas obras como El pianista (2002) y El bebe de Rosemary (1968) son grandes obras del cine. Y no cabe duda que el señor Aronofsky tiene buena influencia de él. Pero baste el video promocional de la película que aquí anexo, para que se den cuenta, que la mayor semejanza plástica, ya no digamos argumental, es con el Azul Perfecto del maestro Kon.

Justo ahora que acaba de fallecer la obra de Satoshi-san está llegando a un público mucho más grande impulsada por directores que como él buscan la espectacularidad como un simple vehículo de un mensaje mucho más profundo y trascendente.

La introspección y el inconsciente son temas que nuevamente comienzan a tener realce en los inicios de esta década. Los temas del maestro Kon poco a poco se vuelven a poner en boga. ¡Qué lástima que uno de sus grandes discursantes ya no se encuentre con nosotros! Descanse en paz Satoshi Kon. Por lo que se refiere al Cisne Negro (Aronofsky, 2010) es niña el que no vaya a verla.

Estamos en contacto.

Comentarios

  1. realmente si vez los trailer de las obras de satoshi y lees o uno a escuchado lo que tu dices sobre el dan muchas ganas de ver sus películas y la serie

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