¿En dónde nos quedamos?

Series hay que nos recuerdan otras series, series hay que nos recuerdan la vida. Hay vidas que nos recuerdan otras series. Hay una cadena interminable entre lo que vivimos, podemos y queremos vivir. Las obras de arte; el anime y el manga, pues; son como los separadores de libros. En sí mismos pueden tener un mensaje que nos guste pero también sirven como indicadores de dónde estamos en nuestra vida: “en dónde nos quedamos”.

Y eso de “en dónde nos quedamos” tiene un montón de implicaciones, porque quiere decir por un lado ¿qué estábamos haciendo en nuestra vida cuando veíamos tal y cual manga? Estábamos enamorados, en desamor, interesados en estudiar, jugando soccer, tocando el piano, había problemas en casa. Era ese nuestro único consuelo, era una serie más pero por alguna razón nos gusto.


"En dónde nos quedamos" también quiere decir, que quizá nos atoramos en esa etapa de nuestra vida, en preparatoria, en la primaria, atormentados con ese amor infantil, enamorados todavía de nuestra novia de la secundaria, todavía sin saber que hacer de nuestro futuro, planeando conquistar el universo, conocer a una mujer intrigante, vivir en peligro, casarnos, tener una familia desquiciada.


Las obras de arte están para eso, para hablarnos de nuestro pasado pero también de nuestro futuro. "¿En dónde nos quedamos?" La mejor respuesta sería en el mañana, nos quedamos buscando nuestra nueva aventura, nuestra nueva serie o nuestro nuevo manga. Encarnando a los héroes que harán vibrar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos.


Los japoneses valoran los recuerdos, cuando hacen algo lo hacen pensando en que si algún día voltean hacia esos días lo harán con felicidad, con la alegreía de haber vivido cosas valiosas, recordando con cariño esos momentos con quien los hayan vivido, incluso las cosas difíciles que nos han traido hasta el hoy y son el trampolín para el mañana, ese trampolín que cada segundo se mueve a su posición inicial y a cada segundo nos empuja hacia el agua que añoramos alcanzar.


Ese lugar húmedo que representa el universo en su grandeza, en su falta de fin, en las posibilidades interminables.


No dejemos que nos persigan los recuerdos, que nos atrapen, que nos convenzan de que son mejores, la expectativa es mejor que lo vivido, pero también es muy válido regresar con cariño a esos momentos que experimentamos con alegría.


“Aquel día que vimos las estrellas no te dije nada, y ese es mi secreto”,"la historia que no conoces”. Hay en las cosas no dichas un valor infundando, sobre todo cuando hablamos de los sentimientos. Otra fase favorita de los japonés es que hay que hacer las cosas para no tener remordimientos más adelante. Es decir que cuando miremos los recuerdos lo hagamos con la certeza plena de que hicimos todo lo que pudimos. Callar eso que sentimos es triste cobardía. Es pensar que las personas que escuchan no tienen su propio entendimiento y su propia vida, que no son capaces de tomar sus propias decisiones y por eso nosotros tenemos que decidir por ellas al no decir nada. Una vez que estemos seguros de lo que encierra nuestro corazón hay que hablar. Ya sea decirle a nuestros padres que los queremos, a nuestro amigo que es como un hermano o a ese chico o chica que lo amamos. Las mayores certezas son las del corazón.


¿Dónde nos quedamos? Claro que es difícil retomar el pasado, porque es un momento irrepetible. Habla hoy y tu historia puede ser muy diferente, haz buenos recuerdos…sin remordimientos…



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