La falta

Estaba muy contento. Había sin falta logrado ingresar una entrada a nuestro blog diariamente. Y no cualquier entrada, me esfuerzo por no escribir tres renglones diciendo “hoy comí ensalada”. Trato de escribir algo que entretenga mínimamente y en el mejor de los casos haga preguntarse a los queridos lectores y lectoras algo acerca de la vida cotidiana. Sin embargo, el trabajo llegó como una oleada caliente y asfixiante y esto aunado a mi amiga quien esperamos en Dios salga hoy del hospital para enfrentar el todavía más difícil transe de la vida con cáncer, me impidieron concentrarme lo suficiente para seguir escribiendo. Ahí se quedó la “Historia destinada al fracaso” que está hecha de retazos de realidad y de ficción (que es otra forma de la realidad) y si acaso no fue cierta debió de haberlo sido. De sobra está decir que no la voy a dejar, odio las historias inconclusas (o por lo menos la mayoría de ellas) en la vida las cosas más o menos terminan y no veo porque el arte debe de dejar a una obra sin final, con la falsa pretensión de que el arte es más grande que la vida. Lo cual es una barrabasada porque resulta que el arte sin vida no es nada.

Pues bien, espero en la semana continuar con esta historia. El domingo como ustedes saben fue la ceremonia de entrega de los famosos Oscares. Años ha, solía verla religiosamente. Hubo algunas memorables. Billy Crystal para mí ha sido el mejor presentador que hubiera pisado ese escenario. No he visto las ceremonias conducidas por Bob Hope quien por cierto tiene el record de más ceremonias conducidas con 18 muy por arriba de Crystal.

Aquí puede verse que aunque me gusta mucha el cine realmente no soy muy aficionado a los premios, que pueden servir de referencia o pueden servir para un pepino. Claro que me gusta cuando gana una película buena, porque debido a esto los actores, directores, guionistas que hacen un buen trabajo tendrán más apoyo y el más beneficiado (a parte de ellos mismos) es el público.

Pero decía que Crystal era distinto, y la diferencia radicaba en que él hacía su propio espectáculo. Crystal se imaginaba el acto de entrada y planeaba videos, componía canciones, la presentación de las películas y los chistes que iban (y de hecho lo hacían) a animar la noche. Después de él los presentadores fueron solo eso, presentadores. Crystal al contrario de los demás conoce el mundo del cine y es amigo y enemigo de la mayoría de los nominados. Era como un evento de la familia auspiciado por el tío más divertido. ¿Quién sabe si los productores tuvieron miedo de que engrandeciera? (Crystal no ha hecho una película decente en años) ¿quién sabe si el mismo Billy no quiso aceptar el reto de mejorar las ceremonias una y otra vez? El hecho es que no volvió a aparecer y desde entonces para mí el programa perdió brillo.

Vi la entrega de las principales categorías desde el televisor de un hospital. Sin embargo eso no me impidió alegrarme por el único premio que predije y empeñe mi palabra en que sería ganador desde hace varios meses. El maestro Randy Newman vuelve a ser ganador como mejor compositor por la hermosa canción “We belong together” escrita para Toy Story 3 (Unkrich, 2010) que por obvias razones no tenía la más mínima posibilidad de ser ganadora como mejor película, a pesar de haber sido justamente nominada, pero que le brinda a Newman su segunda estatuilla (la primera fue por la tiernísima If I did not have you de Monsters Inc.). Claro que el compositor de marras ya debería de tener por lo menos otros dos premios en la bolsa A fool in love (Los padres de la novia, 2000) y You’ve got a friend in me (Toy Story, 1995) sobre todo está última es una canción que trascenderá generaciones. Aunque tengo que aceptar que ese año tuvo como ruda contrincante a Colors of the Wind (Pocahontas). Este es uno de los casos dónde se hubiera decretado un empate.

Para documentar mi optimismo (descanse en paz Carlos Monsiváis) el maestro Newman dio el mejor discurso de la noche:

“Estoy muy agradecido por esto, y muy sorprendido. Mis porcentajes no son para nada buenos. He sido nominado 20 veces y esta es la segunda vez que gano. En la Academia, en la comida que dan para los nominados; en dónde ya hasta crearon algo así como un Pollo a la Randy Newman; Mr. Mischer dijo que la verdad no es buena televisión sacar una lista del bolsillo y agradecer a un montón de personas. De cualquier forma no es mi estilo…. (Aquí agradece a Pixar y Disney)

Simplemente tengo que agradecer a estas personas. No quiero, porque quiero desesperadamente ser (sic) buena televisión como pueden ver. He estado en este programa un montón de veces y lo he hecho retrasarse casi en todas ellas. He aquí porque nada más nominan cuatro canciones ¿qué tal si añaden cinematografía?, para que haya 5 nominadas. Pudieron haber encontrando otra canción de cualquier persona. Pero al cuerno con eso. Pensar que a lo mejor esa quinta canción me hubiera ganado. Como sea, les agradezco mucho a todos por esto… (termina de agradecer).”

El maestro burlándose que con la suerte que se carga si hubiera habido una quinta canción seguramente él no gana.

La primera vez que yo vi a Randy Newman fue en esa entrega de 1996 (a las películas del 95) salió al escenario sentado frente a un piano maravilloso para concierto y Lyle Lovett (un cantante country bastante conocido, y que se parece más a Woody que Tom Hanks) de píe ahí junto. Cantaron “Tú tienes un amigo en mí” de forma sobria y hermosa. Tan importante resultaría esta canción que Lovett invitaría a Newman a su concierto de grandes éxitos en dónde amos prácticamente repetirían el número (Newman hizo el viaje nada más para interpretar una canción) si acaso diferente por mínimos arreglos country. Por supuesto no negaré que Vanessa Williams (ganadora del nada despreciable concurso de belleza Miss America) llamó levemente más mi atención esa noche.

Whoopi Goldberg, en aquellos años dónde era reconocida por su simpatía y cierta conciencia social, fue la encargada de conducir la ceremonia. Para mí su única aportación fue decir que cuando ella era niña veía la entrega de los Oscares y decía que quería estar ahí y que ahora justamente había logrado su sueño, de igualmente, si los niños viendo el programa aquella noche también lo querían hacer, era cuestión de que se decidieran a hacerlo. Esta última frase no bastó para mejorar mi concepto del programa. Esa noche ganó Corazón Valiente de Mel Gibson y “perdió” como en muchas otras ocasiones Randy Newman.

No me des tú la espalda
No te alejes tú andando
No me digas tú que no me importa.
Porque sí me importa

No me digas tú, que no soy el indicado
No me digas tú, que no soy divertido
Nada más dime que me amas, cómo yo te amo a ti.
Tú sabes que sí me amas.

Estamos destinados el uno para el otro,
Estamos destinados el uno para el otro,
Sí , lo estamos.
Tú serás mía por siempre.

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