La sonrisa enorme

Antier por la noche me enteré de que una amiga querida se encontraba en el hospital e iba a ser intervenida al día siguiente. La noticia me tomó por sorpresa (que es como este tipo de noticias siempre llegan). Ella había ido con su hija en un tour tercermundista por Honduras y Guatemala. Fue un viaje difícil porque aunque iba a conocer esos países la verdad es que quería enseñar a su hija que la vida es mucho más complicada y difícil que simplemente ir a la escuela.


Mi amiga se dedicó a dar clases de inglés a unos niños hondureños en un pueblito escondido en algún lugar del país. A pesar de tener mucha paciencia se encontró con la horma de su zapato, pues los niños (como todos los niños en ese tipo de regiones) resultaron bastante alevosos y se mostraron incontrolables incluso para ella.

A decir verdad, mi amiga estaba acostumbrada a dar clases a grupos pequeños incluso a uno que otro niño problema pero el volumen hace toda la diferencia. No es lo mismo enseñar a tres niños inquietos que a 30. Decidió al final que el reto la había superado y se dispuso a marcharse. De entre todas las opciones posibles se decantó por Guatemala. Y de ese breve periodo se muy poco. No me imagino que haya sido muy diferente, a menos que haya encontrado una escuela de ricos (que hasta en los países más pobres hay) y eso seguramente representaría una situación menos adversa.

Mi amiga la Hippie, regresó, pues, a casa cuando descubrió que tenía cáncer. Sus amigos estábamos felices por tenerla cerca nuevamente y ella se mantuvo en silencio hasta que su operación estaba en las puertas. Cuando lo supimos, todos, sin excepción quisimos estar con ella.

La Hippie es una mujer alejada de la vida material, sus pasiones son su hija y los botes. Más que los botes diría que la vida cerca de la naturaleza. Acampar, navegar, conocer. Es tan refrescante conocer a alguien así, que valore la amistad de esa manera y las cosas importantes. Es bastante desorganizada y tiende a no pensar mucho en ella, así que pocas veces sabe en dónde tiene la cabeza pero también sabe ser seria e inteligente en los retos.

A veces en su afán de enseñarle a su hija la vida, incluso la ha puesto en algún peligro, pero supongo que la Hippie sabe que la vida es también peligro y que es mejor que su hija aprenda a correrlos con ella cerca que por su propia cuenta.

Ayer después de una larga cirugía la encontré sonriendo en su cama. Con un dolor enorme que tenía que ser apagado por dosis de morfina continuas. En los claroscuros de su conciencia me reconoció de inmediato y yo de inmediato le dije que una vez que se mejorará le iba a invitar una muy buena cerveza.

Su habitación no era una de esas dónde mucha gente se agolpa para ver al enfermo. Pero creo que las pocas personas que estábamos ahí, deseábamos de corazón que ella estuviera mejor y trataremos de ayudarle en lo que podamos. Por supuesto su mejor amigo y su mejor ayuda es y será Dios, pero nosotros también haremos nuestra luchita.

Así que estos renglones son para la Hippie un alma como las que hay pocas en esta tierra. Y que tiene que estar con nosotros por mucho, mucho tiempo más. Porque todavía nos falta gozar y aprender mucho de ella.

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