Los deseos contenidos

Está en una cena. Todos parecen muy serios y comen apaciblemente. Llega el postre y es un exquisito pastel de chocolate. Sobra sólo un pedazo y el invitado de honor estira la mano para tomarlo. Usted está más cerca, con facilidad podría ganarlo y de verdad quiere ese pedazo de pastel así que ¿Por qué no hacerlo? Sin embargo, no lo hace. Esta introducción que parece plagiada de cualquier texto de divulgación, no pretende demostrar algún resultado de un trabajo científico del comportamiento. Simplemente sirva como preámbulo de uno de los sentimientos más profundos en la mente humana. Los deseos reprimidos. Y es que como seres humanos lo deseamos todo, pero no lo podemos tener todo. Así que ya sea que su deseo reprimido sea de sabor chocolate y esté sobre la mesa, o bien sea vestirse como su corista favorita y salir a marchar por la 5ª avenida, o simplemente sea peinar como es debido a su compañero de trabajo. Todos tenemos deseos reprimidos. Hay muchos con los cuales podemos vivir a cuestas sin ninguna dificultad pero otros hay que nos acosan día y noche. Es decir, no es lo mismo que se te antojó un pay a media noche a que siempre quiso ser cantante de rock. Para mañana el pay será asunto olvidado pero para mañana ese deseo de ser una persona diferente le seguirá pesando. ¿Cómo saber cuándo es preciso lograr esos deseos? Supongo que todo tiene que ver con nuestra visión de nosotros mismos y nuestra propia evaluación de la situación. Si hubiera comprado esa cámara cuando estaba en oferta, si me hubiera animado a decirle que la amaba, son frases de deseos que en el momento reprimimos y más adelantes se convirtieron en oportunidades perdidas. Hay muchas segundas oportunidades pero no las hay para todo por eso es tan difícil cruzar ese umbral del deseo a su consecución real. Claro, una cosa es buscar la realización de un deseo y otra muy distinta conseguirlo. Aunque, generalmente, ese concepto de "haberlo intentado" aplaca la idea del deseo insatisfecho, pero puede encender otra ¿Por qué no hice esto o aquello? tal vez nos preguntemos, y aquí estaremos ante otra de las vertientes de los deseos ¿Qué estamos dispuestos a dar por verlos hechos realidad? En mi experiencia (y ahora empiezo a sonar como libro de superación barato) la gente no está dispuesta a dar gran cosa por deseos que según ellos tienen en gran valía. ¿Qué estás dispuesto a hacer para que ella te haga caso? ¿Estas dispuesto a una cirugía plástica? ¿Estás dispuesto a ir al gimnasio 8 horas al día? La mayoría de los caballeros que se encuentran obnubilados por una flor de radiantes pétalos concluirán que no es para tanto aún cuando minutos antes se hayan querido suicidar saltando de la mesa del bar dónde beben de tristeza. Cuando empezamos a hacer las cuentas tal vez nuestro deseo no sea tan profundo.

Sin embargo cuando cumplimos un deseo hay una mezcla de satisfacción y desazón. Muchas veces dimos demasiado para el magro resultado. Muchas veces el resultado fue justo lo que esperábamos pero al paso de los días pierde ese valor primero. Muchas veces el deseo está mejor así, como deseo.

Así que nuestros deseos reprimidos, de alguna manera, son el motivo de nuestra vida cotidiana y como los galgos, una vez alcanzados todos, nos retiraremos de las carreras. Es mejor parece, desear con incertidumbre que lograr con certeza o todo lo contrario.

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