Mad Max: Fury Road (Cal 7)



George Miller es sin duda uno de los mejores directores australianos de los últimos tiempos. Aunque para muchos lo suyo es precisamente Mad Max (1979), su primera cinta que con magros recursos se convirtiera en éxito de taquilla y por si fuera poco lanzara al estrellato al ahora galardonado Mel Gibson (Bravehart, 1995), para mí su saga más lograda es la de “Babe, el puerquito valiente” (hizo el guion de la primera y dirigió la segunda).
Dejando atrás al puerco y hablando de Mad Max, sin duda era un gran reto para el director volver a un universo que dejó hace 30 años (Mad Max under the dome, 1985). Sin embargo su universo post apocalíptico no ha perdido vigencia: esa tierra post 3ª guerra mundial, que se convierte en un desierto inhóspito, dónde la lucha por recursos escasos esenciales, permite la subsistencia pero al mismo tiempo deshumaniza a los victoriosos. Agua y gasolina en ese orden son los bienes más preciados, quienes los controlan, controlan todo lo demás. En esa locura de hambre y sed, de violencia y desaliento sobrevive Max, quien conoce una tierra mejor pero también conoce el infortunio de perderlo todo y de sentirse culpable por ello.
El guion es realmente muy sencillo y el inicio parece también un poco tonto pero a unos cuantos minutos de iniciar ya nos encontramos en este universo que no por luminoso es menos oscuro. Max es capturado y después, como es su costumbre, tratará de solventar su locura tratando de ayudar a quienes parece sensato ayudar.
Los vehículos siguen a la orden del día y sus secuencias de acción de lo mejor que se ha hecho en muchos años. Es increíblemente refrescante ver verdaderos choques y verdaderas explosiones en lugar de las perfectas escenas diseñadas por computadora. Charlize Theron hace una actuación del nivel que nos tiene acostumbrados y hasta por un instante se nos olvida que es una de las caras de la casa Dior. Tom Hardy que no es mal actor cumple y Nicholas Hoult (Bestia en X-Men First Class, 2011) posiblemente se lleva la cinta en sus pocos minutos en pantalla.
La música de Tom Holkenborg (Junkie XL) fue una grata sorpresa y acompasa de manera muy eficiente la cinta.
Ahora bien, al final del día, creo que todos esperábamos un poco más de Miller. Su película es de una manufactura que muy pocos en la industria pueden llevar a cabo pero carece de ese fondo profundo que diferencia una verdadera película de ciencia ficción de una película de acción futurística. Se entiende que el meollo del asunto es el viaje, ese viaje que lleva a la salvación o al menos a un mundo mejor. En el camino hay todo tipo de personajes extraños como tienen que ser los supervivientes, el hombre común se encuentra al pie de la montaña pidiendo, sin vehículo, sin agua, sin nada. El poderoso les lanza lo suficiente para que no tengan fuerza para derrocarlo y al mismo tiempo no mueran.
En el desierto que es el mundo, el depredador más salvaje es el hombre y sus máquinas. Y sabemos que es hombre porque es mezquino, vengativo, codicioso. Pero también porque tiene esperanza y de vez en cuando, cuando por arte de magia surge la empatía, también tiene deseos de ayudar a otro ser humano sin pedir nada a cambio.
Fury Road es una psicodélica película de acción en el desierto, y eso está bien. Pero cuando era una fábula sobre la locura humana.

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