Itsuwari no Utahime y Sayonara no Tsubasa (Cal. 8)

Macross es una de las franquicias más interesantes de la animación japonesa. La primera entrega Chōjikū Yōsai Makurosu (Ishiguro, Kawamori, 1982) o La Fortaleza Espacial Macross en el lenguaje de García Marquez, se encuentra entre las mejores obras animadas de la historia. Las siguientes partes de la saga no corrieron con la misma suerte, quizá porque Ishiguro no volvió a estar involucrado, quizá porque personajes tan maravillosos como Misa Hayase, Lynn Minmay, Hikaru Ichijyo son irrepetibles, o porque composiciones como Ai Oboete Imasu Ka? (música Katoh, letras Yasui) son difíciles de emular. Cualquiera que haya sido la razón tuvieron que pasar 26 años y tres sagas para que Kawamori pudiera entregarnos una historia y personajes que de alguna manera estuvieran al nivel de su historia original. Macross Frontier, la más reciente entrega, es una serie de televisión sobresaliente (Kawamori, Yoshino, Kikuchi, 2008) de la cuál ya he escrito en algún momento y un par de películas que en realidad son una sola y son de estas últimas de las que vamos a platicar.

Itsuwari no Utahime (La falsa diva) y Sayonara no Tsubasa (Las alas del adios) la primera del 2009 y la segunda del 2011 son las dos cintas dirigidas por Kawamori para poner punto final a una serie cuyo último capítulo deja en suspenso lo principal, léase el triangulo amoroso. El estudio Satelight (de dónde Kawamori es director ejecutivo) se hizo cargo de una producción de alta calidad, Yoko Kano puso sus canciones y aunque lo suyo no es el pop puro no hizo un mal trabajo si bien no le ayudó mucho la letrista Gabriela Robin. En resumen, técnica y musicalmente los filmes tienen una ejecución de muy buen nivel. El problema de las cintas está en la narrativa.

La vieja escuela de la industria de la animación creaba después de una serie exitosa una película resumen, esto funcionaba muy bien no solo de forma económica sino de manera dramática, pues la historia se enriquecía con mejor animación, música y aclaraciones a la original. Esto es muy distinto a terminar una serie en una película, pues en este caso se tiene que hacer el difícil trabajo de mantener una continuidad y una narrativa brincando de un medio a otro.

Kawamori se echa sobre la espalda la complicadísima tarea de hace ambas: una película resumen que además mostrará el final de la serie. El resultado, sin embargo, no está al nivel de las expectativas. El motivo de esta falta de lucimiento es tan evidente que se me escapó por mucho tiempo: los dos objetivos son contradictorios. En una película resumen tu objetivo principal es cortar las cosas que no son indispensables para que en el término de unas pocas horas (en este caso menos de cuatro) se pueda mostrar la historia que se desarrollo en muchas más (alrededor de 12) mientras que en una película final, lo principal es explicar los eventos al detalle pues ya no es necesario introducir a los personajes así que los creadores se pueden volcar a las situaciones propias del final. Tratando de hacer las dos cosas el maestro Kawamori colisionó el argumento, no solo cambió situaciones importantes de la serie lo que hace que tengamos que “redescubrir” a los personajes, sino que dejó solo unos cuantos minutos para un final que resultó totalmente anticlimático. Al principio me pareció buena idea hacer una película resumen y después una película final, pero el maestro no lo hizo así. Hizo una película resumen de 4 horas de las cuales dejó 3 minutos para un final que debió de haber sido explicado, sufrido, y dramatizado, pero todo esto es imposible hacerlo en tan poco tiempo y a decir verdad ni siquiera lo intentó. Por supuesto, si son aficionados de Macross tendrán que ver las cintas, pero si no lo son pueden ver la serie y verán el mejor Macross que se ha hecho en 25 años, las cintas quedan ahí como un experimento nada brillante de una saga que me pregunto si algún día podrá superar su origen.

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