Gosick (Cal. 9)

Hay pocos eventos tan importantes en la historia universal como la Primera Guerra Mundial. Esa fue la primera vez en la historia que todo el planeta se sintió como un lugar pequeño. La crueldad y la estupidez no tienen fronteras.


Gosick (Nanba-Okada, 2011) trata exactamente de este periodo, en un país ficticio, que puede ser Francia o puede ser cualquiera de aquella triste época. La serie de novelas de Kazuki Sakuraba encuentran un balance entre esta pérdida de la magia y el folklore y la revaloración del conocimiento científico. Indaga en como las historias fantásticas tienen una explicación lógica que no desmerece el asombro y el análisis.

Sin embargo más que ese muy buen marco histórico e ideológico lo que más me gusta de Gosick es la historia de amor. El amor que inicia como una amistad inquebrantable y poco a poco se cristaliza como amor puro. La historia de Kazuya Kujo y Victorique. El primero un estudiante inteligente promedio, capaz de huir a medias del yugo familiar para explorar nuevas fronteras. Sobre todo de buen corazón y paciente. La segunda una chica cuya gran virtud es la genialidad, su enorme poder de deducción basada en la inconmensurable cantidad de información que pude absorber. Por supuesto su genialidad tiene el precio de que no crecerá, por siempre tendrá la estatura de una niña de 10 años y que a pesar de tener un larguísimo cabello rubio y enormes ojos verdes siempre la verán como una muñeca.

Ambos se encontrarán en una escuela en dónde siempre pasa algo y ambos tendrán que encontrar sus limitaciones y sus potencialidades. Es una historia como decía de amistad en momentos turbulentos y de una amistad que tendrá que fraguarse en una época despiadada (¿habrá alguna época que no lo sea?).

En primera instancia el dueto se encarga de resolver misterios de fantasmas encontrando respuestas dónde parecía que la mágica cubría el rol de explicación. Aquí la serie funciona bastante bien, por supuesto no es realmente un reto para los espectadores porque omiten cierta información de los tele videntes para que no seamos capaces de encontrar la respuesta que solo Victorique puede, sin embargo los misterios resultan entretenidos y el hecho de que la niña se lleve a la boca su pipa vacía nos remite con nostalgia al más grande detective en la historia de la literatura (Sherock Holmes).

En segunda instancia está el desarrollo de la historia del país ficticio y cuál es papel de Victorique en los eventos que desembocarán en una especie de Primera Guerra Mundial. Y es que Sakuraba–san se cuida de poner cualquier referencia real, pues su historia se desarrolla en los 20’s cuando la Primera Guerra fue de 1914 a 1918.

La animación del estudio Bones es bastante buena sin llegar a lo maravilloso, funciona de manera efectiva, parte del diseño de personajes nos remitirá a Full Metal Alchemist que igualmente se desarrolla en una especie de principios del siglo XX, la música sirve a su propósito de mantener la fluidez en su narración.

Lo único que Nanba nos queda a deber es que hubieran rematado de manera mucho más efectiva la historia, para tratar de mitigar los no pocos espacios argumentales que permanecieron abiertos (claro que entiendo que es muy difícil estructurar toda la intriga necesaria para detonar una guerra en una serie de 25 capítulos). Sin embargo en resumen creo que en la actualidad hay muy pocas series con la riqueza en ideas que Gosick maneja y por supuesto está la historia de amor. Muy en la perspectiva japonesa, pero amor a final de cuentas.

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