La imagen en código - parte 3
Me prestó
su lap para que pidiera el reemplazo y se aseguró que los de sistemas me dieran
una computadora que pudiera usar por mientras, sin embargo no sería
inmediatamente. Me senté un par de horas frente a un escritorio vació a jugar
con mi celular, no sabiendo que esas eran las últimas horas de relajación que
iba a tener en mucho tiempo.
Seguramente
están pensando que mi historia no es interesante pues por un lado sobreviví a
todo lo acontecido y por otro hay colgados y descabezados todos los días en
México. Y a lo mejor tienen razón en que pudiera no ser interesante, pero yo
que ustedes no estaría muy convencido de que he sobrevivido. Bien puedo estar
en estos momentos escondido, en una casa humilde de un pueblo olvidado dictando
esto a mi celular mientras espero que esas fuerzas terribles lleguen y me
maten. Bien puede ser que ese mezquite que veo desde esta ventana, lleno de
tierra, sin hojas, sea lo último que considere hermoso en mi vida. Que esta
casa a penas en pie sea el lugar de mi muerte, y que mis restos sean o bien
disueltos en un caldo de ácidos al que cariñosamente llaman “pozole” o bien
simplemente enterrados en un agujero sin marcar. Si pasa lo segundo me gustaría
escribirles una nota pidiendo que lo hagan al píe de ese mezquite pelón que
tengo la esperanza de que un día florezca. A lo mejor hay quien piensa que mi
muerte hubiera sido mejor al pie cerezos en flor, pero el mezquite es una
planta fuerte, un verdadero sobreviviente en un ambiente árido en dónde pocas
cosas sobreviven, sus raíces son profundas y su nombre es el mismo desde que
los Aztecas poblaron estas tierras, el mezquite es un buen árbol. Ahora,
posiblemente regreso a sentarme a una silla que posiblemente sea de mezquite, a
llorar, a pensar que debí de haber hecho más por ser un dibujante de comics, a
lamentarme porque cuando mis papás recojan mis cosas se darán cuenta de todo el
porno que he coleccionado por años y se preguntarán si realmente soy las
persona que ellos con profundo amor y paciencia educaron. Y pienso en que por
lo menos una vez debí de haber hecho el amor con Cristina :D pero después me
arrepiento ¿y si hubiera quedado embarazada? ¿Y si hubiera dejado un hijo más
en el mundo sin padre? No, así está bien, trato de refugiarme en algún recuerdo
húmedo pero al final, como nos pasa a todos en estos momentos, mis pensamientos
van por fin a Dios.
Pero vamos
a dejar esta posibilidad por la paz porque se trata de hacer el relato
interesante, porque quiero hacer algo con mi vida más allá de hacer manuales de
capacitación. Así que creo que es momento de que cuente algo de lo que me
enteré después pero que sirve para explicar porque no valoré en su justa medida
esas dos horas jugando Monument Valley en mi celular.
Alejandro E
Robledo, es decir mi cuasi homónimo, y a quien llamaré de aquí en adelante Robledo
para evitar confusiones, fue a ver a Marina para hablar sobre la posibilidad de
hacer un manual para su área. No era algo extraño y aunque era algo irregular
que alguien fuera hasta su cubículo especialmente para eso y sin cita, ella no
le dio mucha importancia. Lo refirió a mí, para que agendáramos una junta
(¡olvidándose completamente de que no tenía computadora :P!) pero
principalmente ella no quería perder su valioso tiempo con él.
Comentarios
Publicar un comentario