-parte 1-
¡Wow! ¿Qué
está pasando? No parece haber problema afuera. El cielo es un limpio y terso
mar. Las dos sobre cargos siguen repartiendo bebidas y yo vuelvo a cerrar los
ojos. Mis audífonos con reducción de ruido funcionan muy bien. Hace un par de
años vi a un chico en primera clase con ellos e inmediatamente quise unos para
mí. Yo no voy en primera clase pero los audífonos funcionan bien. No que
Hatsune Miku requiera la mayor fidelidad del mundo. Me he querido comprar los
lentes que funcionan como monitor pero me ha dado miedo de que algo suceda
mientras yo estoy en un universo paralelo.
¡Wow! MI
estómago se quedó 20 centímetros arriba. La señora a mi lado se nota
preocupada. Una de las sobrecargos se acerca al teléfono y momentos más tarde
se prende la señal de abrocharse el cinturón de seguridad, no que yo lo tenga desabrochado
de cualquier manera pero eso me hace quitarme los audífonos y esbozar un rostro
expectante. Una voz dice en un inglés bastante entendible que vamos a tener algunos
brincos pero nada de qué preocuparse. Trato de parecer relajado porque la
señora mi lado parece lo suficientemente preocupada por los dos. Agradezco el
que mi mamá me haya enseñado a tomar Dramamine antes de abordar cualquier vehículo
por periodos prolongados. No me vuelvo a poner los audífonos mejor miro por la
ventana. Ni una sola nube y sin embargo hay algo por ahí afuera que nos puede
causar problemas. Así es el aire: invisible.
Una pequeña
vibración y después un brinco de más de 30 centímetros. ¡Wow! Nunca me han
gustado los juegos mecánicos. Un señor, filas adelante, voltea a ver una chica,
quien espero de todo corazón sea su hija, para tranquilizarla y decirle que eso
es normal, la chica sonríe pero no se quita sus audífonos Beats blancos.
Sinceramente me parece que el señor está más preocupado que la chica. Las dos
sobrecargos ahora se encuentran sentadas cinturones ajustados y caras serias.
Eso no comunica ninguna tranquilidad. Claro me pongo a pensar en que volar es
el medio de transporte más seguro que existe y que hay mucha tecnología
envuelta en el asunto. Es posible detectar con bastante exactitud las
turbulencias. Se necesita una verdadera falla en el avión o algún
extremadamente irracional ser humano para tirar una aeronave.
¡Wow! Otro brinco
nada despreciable. Trato de pensar que voy en el autobús, en los que sin duda
brinqué mucho más alto y peor aún caía en asientos de plástico solido o de
plano en maderas forradas. En mi ruta de todos los días, durante muchos años.
El autobús pasaba un puente pequeño de unos 20 metros de largo y unos 6 de alto.
Pero desaforados como siempre manejaban los choferes siempre tuve el miedo de
que algo fuera a pasar y se desbocara el camión al pequeño vació. Realmente no había
protecciones a los lados, más que un borde a la altura de la banqueta y eso era
todo, que por supuesto no era mucho. Pero, gracias a Dios, nunca que yo haya
sabido ningún cambión se salió del camino. Pero en aquel entonces me llegó a
preocupar tanto que algunas veces soñaba que el accidente realmente acontecía.
En este
caso el vacío no era nada pequeño, a los 10 kilómetros de altura ni siquiera se
notan las personas, pero recuerdo que el avión es el medio de transporte más
seguro. No tengo las estadísticas a la mano pero quizá sea tan solo un poco más
inseguro que tomar un baño en una tina. ¿Quién hubiera pensado que el baño es
el lugar más inseguro de la casa?
¡Wow! Esto si
se sintió mucho peor, me preocupa un poco que no regresemos a la posición
vertical, ¡wow! Esto sí está mal, muy mal seguimos cayendo, volteo por la
ventana y el paisaje azul es muy hermoso, las casas comienzan a tomar forma y
rezo. Primero doy gracias por todo lo que se me fue dado sin merecerlo, después
pido perdón porque mi vida no fue lo que hubiera querido, por todos mis errores
y también por todas las cosas mal intencionadas que hice. La señora de al lado
tiene los ojos cerrados y con mucha fuerza se agarra de los descansabrazos. Me
llevo las manos a los ojos y me doy cuenta de que estoy llorando. Es posible
que también este gritado como casi todos los demás. Así que este es el fin. No
sé porque lo asumo tan tranquilamente cuando no he hecho nada de mi vida. No he
tenido un hijo, no plantado un árbol, ni escrito un libro. No he ayudado
realmente a nadie, ni he hecho algo que sea recordado. Mamá, papá gracias por
sus cuidados y su amor siento no haber hecho más porque ustedes estuvieran bien
y se sintieran orgullosos de mí. Dios, de verdad, de verdad perdóname, te lo
suplico. Las casas están aquí, esa tiene un techo rojo. Yo también cierro los
ojos y me tomo con fuerza de los descansabrazos. Se acabó...
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Abro los
ojos lentamente. Lo del avión fue probablemente un sueño. No, no creo que haya
sido un sueño, no pudo ser. Estoy acostado en algo suave pero a la vez firme. Me
incorporo. Estoy rodeado por cuatro paredes que parecen de una piedra blanca.
Hay una luz en cuarto que me hace pensar en el amanecer sin embargo no hay
ventanas visibles. Un hombre y una mujer, como de unos treinta años entran por
una puerta que se abre no sé de dónde. ¿Estoy en el hospital? ¿Estoy muerto? Me
empiezo a asustar un poco cuando la pareja camina hacia mí. Se me hacen
conocidos pero no logro ubicar sus rostros. La mujer se acerca y me rodea con sus
cálidos brazos y comienza a llorar. Yo también la abrazo aunque no sé qué pasa
y también lloro. Me siento contento de estar vivo o mejor dicho de estar
consciente. Nunca he creído en el cielo, cualquier cosa que me deparará el
futuro tendría que ser aquí. Entre las cosas que conozco y quiero. El cielo,
con todo el potencial que quizá tiene se me hace lejano del frio de la mañana,
de los atardeceres, de la arena, de un buen plato de comida, de la calma del
agua cayendo, de mi perro.
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