Y se movió el piso
No tengo la costumbre de ver ningún noticiario. Todos me parecen una expresión de la nota roja. Quizá porque lo único que queda en nuestra sociedad es la nota roja o quizá (y esta es la teoría que apoyo y creo casi cierta) porque las buenas noticias no venden, la felicidad no es buen producto, no genera polémica. Intento no verlas en la mañana para evitar amargarme el día e intento no verlas por la noche para, peor aún, amargarme el sueño. Sin embargo, es imposible estar incomunicado del mundo, así que leo los principales encabezados de los periódicos por la tarde. Una vez que hube comido y me encuentro en el humor de soportar la tristeza de la guerra y la estupidez de los políticos. Así que nunca estoy al día, mis noticias suelen ser atrasadas pero al menos confirmadas. A pesar de ello hay noticias que te persiguen, y llegan a ti sin buscarlas. Justo cuando llegué al trabajo alguien preguntó si algo había acontecido en Japón. Fue una voz amiga pero lejana la que hizo el cuestionami...