La debilidad de la costumbre
Después de algunos días de no asistir a mi lugar de trabajo, hoy vuelvo semi dormido y en estado francamente patético. Hagan de cuenta que escribe esto una rama con un dedo. Solo hace algunos días que no venía a la oficina. Por supuesto esto no significa que no he estado trabajando. Y estando de regreso me domina una pesadez abrumadora y una velocidad mental que no le gana a un caracol arrastrándose sobre cinta adhesiva. La costumbre puede ser una fuerza demoledora, capaz de mantener matrimonios unidos por muchos años, pero en mi caso se revela como una fuerza bastante endeble que se desmorona a las primeras de cambio. Me siento en mi silla y me cansa, escribo en mi teclado y se me hace lento. Veo la pantalla y la siento lejana, igual que mis pensamientos laborales. Mejor escribo algo para mis amigos de Mcanimeradio en lugar de hacer las mil y un cosas que tengo pendientes y por las cuales puedo ser severamente reprendido. Una amiga me escribe desde lejos. Con una simple frase des...