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El ataúd

De verdad que quiero hablar de cosas muy alegres. La entrada del día de hoy, les doy mi palabra, empezaba con una breve descripción del honor y después discurría sobre como la tecnología ha destruido la confidencialidad. Sin embargo a la mitad del asunto me desvié a lo que resultaría ser el verdadero tema de esta entrada. Así es la vida uno tiene una idea pero al final se debe hacer lo que se pueda hacer. Todavía en la actualidad la muerte resulta un rito intrincado. Uno de mis mejores amigos utilizó su primer pago para comprar un lote de fosas en un renombrado cementerio de mi localidad. Con todo las tumbas ya no son lo que eran antes. Majestuosas esculturas de finos materiales que se alzaban orgullosas desde el lugar dónde los restos de un hombre (no importaba que en vida hubiera sido mezquino, irritable, amable o despreciable) descansaban en paz. Hoy en día dichos monumentos a la muerte orgullosa (en el mejor de los casos) por motivos económicos se han reducido a una placa en dónd...

La falta

Estaba muy contento. Había sin falta logrado ingresar una entrada a nuestro blog diariamente. Y no cualquier entrada, me esfuerzo por no escribir tres renglones diciendo “hoy comí ensalada”. Trato de escribir algo que entretenga mínimamente y en el mejor de los casos haga preguntarse a los queridos lectores y lectoras algo acerca de la vida cotidiana. Sin embargo, el trabajo llegó como una oleada caliente y asfixiante y esto aunado a mi amiga quien esperamos en Dios salga hoy del hospital para enfrentar el todavía más difícil transe de la vida con cáncer, me impidieron concentrarme lo suficiente para seguir escribiendo. Ahí se quedó la “Historia destinada al fracaso” que está hecha de retazos de realidad y de ficción (que es otra forma de la realidad) y si acaso no fue cierta debió de haberlo sido. De sobra está decir que no la voy a dejar, odio las historias inconclusas (o por lo menos la mayoría de ellas) en la vida las cosas más o menos terminan y no veo porque el arte debe de dejar...

La sonrisa enorme

Antier por la noche me enteré de que una amiga querida se encontraba en el hospital e iba a ser intervenida al día siguiente. La noticia me tomó por sorpresa (que es como este tipo de noticias siempre llegan). Ella había ido con su hija en un tour tercermundista por Honduras y Guatemala. Fue un viaje difícil porque aunque iba a conocer esos países la verdad es que quería enseñar a su hija que la vida es mucho más complicada y difícil que simplemente ir a la escuela. Mi amiga se dedicó a dar clases de inglés a unos niños hondureños en un pueblito escondido en algún lugar del país. A pesar de tener mucha paciencia se encontró con la horma de su zapato, pues los niños (como todos los niños en ese tipo de regiones) resultaron bastante alevosos y se mostraron incontrolables incluso para ella. A decir verdad, mi amiga estaba acostumbrada a dar clases a grupos pequeños incluso a uno que otro niño problema pero el volumen hace toda la diferencia. No es lo mismo enseñar a tres niños inquie...

Reflexiones de Lunes

El lunes debería ser un día para reflexionar. Uno se debería de levantar a las 9am (aunque sea muy temprano) tomar un desayuno ligero y luego salir al jardín o a cualquier otra ventana que tengamos hacia mundo, para observar como la gente se apresura a su trabajo o a hacer cualquier otra actividad cotidiana en la semana que empieza. Y es que ponerse a trabajar el lunes me parece totalmente fuera de lugar. Después de un fin de semana es imposible entrar de golpe al trabajo. Es como salir al frio intenso inmediatamente después de haber tomado una ducha caliente. En esas circunstancias extremas hasta se puede uno quedar impotente, me consta. Lectoras no os alarméis digo que me consta porque le pasó a un amigo quien me confió esta historia de la vida real para beneficio público. Es de todas conocido que mis artes amatorias se encuentran en plenitud en este momento de mi vida. Decía pues, que el lunes se debería de trabajar nada más medio día. Entrar tarde el lunes a trabajar sería un ...

Los viernes y el Karate Kid universitario

No es que toda la semana esté esperando el viernes, en realidad el día que siempre espero es el sábado. Pero tengo que confesar que estoy contento de que yo haya llegado y de que el viernes haya llegado. El viernes siempre tiene una textura más laxa, pareciera que aun cuando todavía hay que trabajar se trabaja con el descanso en la mira, es más, aquí entre ustedes y yo, he de confesar que incluso hasta trabajo de buen ánimo algunos viernes. En la escuela esa idea del viernes social conquistaba todo tipo de conciencias. El concepto de viernes social quería decir que ese día era el designado para que se “integraran” los alumnos ya fuera con otros alumnos (de preferencia alumnas de manos suaves y miradas luminosas) o ya en el peor de los casos con los maestros. Cuando yo entré a la universidad se suponía que las clases eran solamente de lunes a jueves dejando el viernes libre para realizar proyectos escolares y actividades culturales, sin embargo la mía sería la primera generación (d...

El síndrome del cambio

Hay un poema del maestro Mario Benedetti que se llama Síndrome. Para aquellos cuya única referencia a la palabra la encuentren en el antagonista de Los Increíbles (Bird, 2004), aclararé que la Real Academia de la Lengua Española define síndrome como el conjunto de síntomas característicos de una enfermedad. Es decir, si tienen cuerpo cortado, están congestionados y tos, estos síntomas muy probablemente corresponden al síndrome del resfriado. Después de esta breve explicación que pone de manifiesto que no pasé de noche mi clase de Medicina Laboral. He de confesar que esa clase era en la nada conveniente hora de la 1pm y recuerdo muy claramente como el suave calor llenaba el salón aún con las ventanas abiertas. El medio día iluminaba radiantemente todo lo exterior, las jardineras que rodeaban el conjunto de salones vibraban con un verde límpido. Hasta los caminos de concreto reverberaban lejanos a su gris regular con un blanco sorprendente. Como tenía que caminar desde una aula lejana...

La ficción francesa

Florence Cassez es una mujer delgada de cabello largo, ondulado y algo crespo. Tiene una cara pequeña con pecas en las mejillas y unos labios que sin ser gruesos, con el lápiz labial adecuado encuentran una forma atractiva. No es muy alta, infiero que mide menos de un metro setenta, tiene ojos color lavanda y cuando inclina la cabeza hacia el lado derecho y sus párpados parecen húmedos de lágrimas creo que existen muy pocas cosas sobre la faz de la tierra que se le puedan negar. No es que sea una mujer guapa (diría mi abuela: “no es fea”) pero con la fotografía, el maquillaje y el peinado adecuado parece una chica (aunque en realidad tiene 36 años) que no rompe un plato. Sin embargo para quienes no estén enterados Florence es una presunta secuestradora. Ella dice que siguió al amor de su vida (un mexicano) al país dónde ahora se encuentra encarcelada (México), y él, con engaños, la envolvió en los crímenes que se le acusan. El mismísimo presidente de Francia parece dispuesto a mov...